Capítulo 66

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Desesperación.

Llorar tras tres semanas aquí encerrada ya no me calma, gritar es solo una pequeña muestra de que la locura ha llegado a mí antes de lo que jamás pude imaginar.

Lloro por mi padre. Lloro por mi madre, aquella que yo tenía en gran estima. Lloro por Sam, por mi mejor amigo, ese que tanto extraño. Lloro por Osadía, nunca pensé echar tantísimo de menos un lugar, uno que tanto dolor físico y en parte emocional me trajo y lloro por él, por la persona que me enseñó algo que ni yo misma sé explicar.

Día tras día, hora tras hora, recuerdo todo lo que hizo por mí cuando estuve perdida entre tanta oscuridad. Encontrarle un significado a todo aquello no es demasiado complicado, ni es hacer suposiciones, es solo ver la realidad.

Mis gritos molestan a mi aparecido hermano, lo molestaron el primer día y no han dejado de hacerlo. Tanto es así que, aunque nos separen largos metros, es capaz de escucharlos, venir y hacerme callar.

Hay días que utiliza la fuerza para lograrlo, otros en cambio intenta calmarme a base de abrazos, haciéndome sentir asco, solo eso logra, aunque él crea algo diferente.

La mujer que me dio la vida ha aparecido en mi cuarto decenas de veces en estas semanas, en ninguna de todas esas ocasiones le he dirigido la palabra. No tengo nada que decirle.

Todo mi mundo, ese que yo creía hecho polvo, se ha venido abajo y lo peor es que por mucho que quiera reconstruirlo,  no puedo, pues me encuentro en un lugar en el que permanezco por obligación y todo lo que me rodea no tiene significado alguno.

¿Se puede vivir de esa manera? Porque yo estoy segura de que el dolor que siento en el pecho nadie puede calmarlo, ni mucho menos hacerlo desaparecer. Desasosiego, puro y duro. La realidad de ahora, esa es mi pesadilla. Ni siquiera entrenar me calma ya, mi cara tiene heridas que no dejo sanar, mi cuerpo lleno de magulladuras que en otra etapa de mi vida me hubiera asustado ver. Todo en mí está mal y aunque antes tenía la fuerza para recomponerme y salir de aquí...esta se ha extinguido.

La noche ha caído en este frío lugar, no lo veo, pues el exterior no existe, no nos dejan contemplarlo, pero los relojes sustituyen esos detalles, nimios para ellos, fundamentales para mí.

Exhausta, así me siento, lucho contra la realidad y eso es algo que no se puede superar. Te consume tanto física como emocionalmente. Mi cuerpo a parte de maltratado se ha vuelto débil, más de lo que ya lo era. La delgadez es innegable, mis huesos se han vuelto mucho más notables, pero... ¿qué puedo hacer contra eso?

Como, me alimento, pero mi organismo al parecer no desea nutrirse, pues los vómitos llegaron hace no mucho a mis días.

Intento evitarlos, como tantas otras cosas...pero no es una opción.

Llevo horas dando vueltas por mi cuarto, es hora de tumbarse en la cama, tan fría y cómoda, que aunque no quiera, caigo rendida entre lágrimas que se han vuelto parte de mí, cada noche y día.

Me dejo llevar entre la oscuridad que tan bien he logrado memorizar y así me adentro en una realidad muy diferente a la que vivo.

Ver sus ojos no me asusta ni me sorprende, son muchas ya las veces que se me han aparecido y desaparecido al poco tiempo, pero hoy es diferente, todo parece mucho más real y desconozco el motivo

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Ver sus ojos no me asusta ni me sorprende, son muchas ya las veces que se me han aparecido y desaparecido al poco tiempo, pero hoy es diferente, todo parece mucho más real y desconozco el motivo.

Me quiere decir algo, lo sé. Como también siento que no puede hacerlo, algo no se lo permite, lucha contra ello, pero ni aun así es capaz.

Alargo mi brazo derecho para acariciar su mejilla, está ardiendo, al igual que su frente.

- ¿Te encuentras mal? – le pregunto analizando minuciosamente cada milímetro de su semblante.

Niega.

Su mano coge la mía y la lleva hacia su pecho. La coloca ahí, esperando que yo entienda lo que quiere decirme, pero solo siento los latidos de su corazón.

Todo desaparece, pero la sensación de sus latidos, su pulso, eso se queda en mí, como un recuerdo poco pensado, pero real al fin y al cabo.

Mis ojos se abren, todo lo que son capaces, pues se encuentran tan hinchados...

Toco mi pecho, necesito sentir mis latidos.

Ahí es cuando me percato de que algo ha cambiado. Sé que estoy nerviosa, sobresaltada, sin embargo, no es eso con lo que me encuentro. Mi pecho sube y baja, deprisa, muy deprisa, pero el movimiento de mi corazón no es el que debería.

Latidos totalmente pausados, unos idénticos a los que en el sueño he sentido. Mi mano encuentra el movimiento constante de su corazón, el de Eric, en mi pecho. ¿Qué intenta decirme? 

JenGVargas

No debería estar subiendo un capítulo, no debería haber escrito ni debería haberme distraído de mis estudios, pero no podía ser de otra manera. No lograba concentrarme, hecho de menos dejarme llevar por mis dedos a un mundo totalmente opuesto al mío. Aunque solo quedan cuatro días para que pueda volver a la "normalidad" se me va a hacer eterno, yo lo sé.

Extrañaba dejarme llevar, como también teneros a vosotros ahí, presentes en cada uno de los capítulos.

Siento diferente, sí, lo hago, me encuentro sumergida en una realidad que no existe, ¿no os ha pasado que en vuestra vida ha sucedido algo, algo horrible y no logras asimilarlo? Creo que si algún día llego a hacerlo...todo se caerá en cenizas como le ha sucedido a Altaira, pero todo tiene su momento, ¿no? Espero que el mío tarde en llegar, pues ver a alguien en fotos no se compara en absoluto a tenerlo en frente.

Os mando un saludo a todos. Os quiero, realmente lo hago <3


CAPÍTULO EDITADO

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