Capítulo 74

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Lo sé, lo sé, lo sé!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Culpad a mi inspiración, ¿de acuerdo? No está pasando uno de sus mejores momentos, a parte de mi tiempo, claro. Pero son demasiadas ya las veces que he abierto el documento que contiene toda la historia y no lograr continuar. Pero no pasa nada, hoy ha sido el día, todo llega ¿no?

Aquí os dejo lo que he logrado exprimir de mis dedos. Os mando un beso y de verdad deseo que me disculpéis por tardar tanto en actualizar y sobretodo que os guste el capítulo. Que paséis un buen fin de semana!!!!



El viaje se hizo ameno, no hubo ningún tipo de problema, nadie se percató de mi salida, al parecer todos estaban demasiado ocupados dando la bienvenida a Cuatro y Tris, hecho que me vino bastante bien.

Mientras esperaba pacientemente a llegar a mi destino, observando que cada una de las luces de la pantalla que tenía justo en frente, funcionaran como debían, no pude evitar concentrarme en la frase de Cuatro: "Uno a veces hace lo que tiene que hacer, sin importar el miedo, la falta de aire, la oscuridad ni el vacío que te pueda crear".

Intenté analizarla de formas totalmente distintas, una tras otra vez, el resultado en todos esos intentos fue el mismo. En un principio pensé que sería lo que necesitaba, sin embargo, me equivocaba.

 En un principio pensé que sería lo que necesitaba, sin embargo, me equivocaba

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De alguna forma logré que el trasto en el que me encontraba, aterrizara. Mi temor era no llegar a mi destino, que era Cordialidad como nunca antes hubiera imaginado, pero todo ese miedo se disipó en el momento en el que empecé a ver la facción donde había crecido. Esa que tantos recuerdos buenos y malos me traía. No me imaginé volver aquí, sabía el dolor que en realidad se escondía en cada parte del espacio, en cada parte de mi pasado, pero lo único de lo que estaba segura en estos momentos era de que mi padre debía saber que yo ya no vivía en la ignorancia que él mismo había deseado crear.

Lo admiraba y lo haría siempre.

Creo que no existen demasiadas personas en el mundo capaces de hacerse cargo de alguien, que, en realidad, solo es la prueba de la maldad contra él, del que creía el amor de su vida. Contra más lo pienso mi piel más se eriza. Pensar que me quedé sin lágrimas por ella, por la soledad que me creaba el que no estuviera, por los abrazos que mi padre no me daba, por sentirme fuera de lugar, siempre.

Cada día al despertarme en esta facción, después de una larga noche sin dormir de una forma realmente cómoda, pensaba en mí, en mi forma de ser. Intentaba crear a alguien contrario a mí, meterme dentro, ser ese personaje, para así lograr ver quien era esa chica sumida en su propia tristeza, que visitaba el gran lago de Cordialidad cada mañana, nada más el sol aparecía.

El resultado había días que lograba soportarlo, otros en cambio me destrozaba verme en la forma en que lo hacía.

Quizá no haya nada en mi forma de ser de la que me arrepienta, sin embargo, no puedo detener la culpabilidad que siento de ser quien soy. La sangre que corre por mis venas, si pudiera la cambiaría, mi madre no se merece que yo forme parte de su descendencia, Sam no se merece que yo sea su hermana y el padre de este, que supuestamente es la otra parte de toda la historia que yo desconocía, tampoco.

Aunque en alma y mente mi padre sea ese hombre que siempre ha estado, aunque no de la manera que yo creía necesitar, duele que no sea también mi verdadero creador.

Bajar del habitáculo no me supone ninguna dificultad. En el momento en el que pongo un pie en mi facción de origen, no puedo evitar tomar el aire que rodea a este lugar. Siento que estoy a salvo, hecho totalmente confuso para mí, pues realmente nunca me llegué a sentir así en este lugar. Aunque supongo que después de lo que he llegado a pasar con mi extraño secuestro, todo es mejor.

No dudo en correr hacia la cabaña donde me he criado, en parte.

Noto como mis piernas se llenan de espasmos creados por mis propios nervios. Sé, como he visto en las cámaras, que todo se está destruyendo, pero no me importa, mi única razón de existir en este momento es encontrarlo y agradecerle. Evidentemente después iría corriendo, justo como estaba haciendo, en busca de ese chico que me había sacado de quicio des del primer día que me topé con él.

Como si mi corazón se hubiera despertado de un breve letargo, un pinchazo pasa por él. Encojo mi pecho de forma no premeditada, como si eso fuera a hacer que ese, ahora constante, latigazo se detuviera.

Respiro y logro, al cabo de unos segundos, recomponerme y seguir corriendo en dirección a casa.

Cuando entro siento que todo mi alrededor se ha paralizado, que soy yo la que está demás en todo este lugar. Cada parte está tan exacta a como la dejé que me aterra pensar que todo esto ha sido una maldita pesadilla, que aún no he elegido ninguna facción y que mis días son tan típicos como lo eran anteriormente.

Mi cabeza deja de pensar en el momento en el que entro en mi habitación y veo al hombre al que le agradezco la vida, tumbado en mi cama.

Se encuentra tan quieto que ahora mis manos se unen a mis piernas en cuanto a espasmos se refiere.

Empiezo a negar y mis ojos enseguida se llenan de agua.

-No, no, no – digo en un susurro apenas audible.

Intento repetir todo lo que sé, para que esto no sea real, sin embargo, nada cambia, su cuerpo sigue ahí tendido y mis piernas no son capaces de moverse más que para temblar.

Siento como mi pecho se cierra, el aire no entra por mi boca y tampoco por mi nariz, sé lo que está sucediendo. Lo he vivido lo suficiente en mis pesadillas como para no reconocer los síntomas.

Estoy entrando en un ataque de pánico y nadie puede ayudarme.

Intento recordar a Eric hablándome, diciéndome que todo va a salir bien, que solo debo dejarme llevar, confiar en quien soy y lo que tengo.

Lo peor viene cuando me creo cada una de esas palabras. Lo peor viene, cuando me doy cuenta de que en realidad ahora no tengo nada, la persona que yace delante de mí es todo lo que poseía mi mundo.

Cada vez todo se vuelve peor a mi alrededor y no sé en qué momento mis ojos se abren, tras haberse cerrado al caer al frío suelo y como consecuencia golpear mi cabeza.

- ¡Altaira! - grita mi padre desesperado.

Y es ahí, justo en ese momento cuando siento que el mundo puede estar destruyéndose, pero tengo a alguien que logrará que este no permita llevarme con él en su devastación.

JenGVargas


CAPÍTULO EDITADO

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