Capítulo 81

796 45 12
                                    


Pensé en algún momento, cuando me encontraba arrastrando a Eric hacia mi casa, que mi padre pondría alguna que otra mala cara frente a él. Yo solo podía pedir, a quien fuera que lo lograra, que eso no sucediera. Al parecer alguien me había escuchado, realmente. Todo fue maravilloso, verlos a los dos hablar con la misma confianza en la que se vive en una familia, me conmocionó demasiado.

Una luz, algo más brillante, en toda esta situación, apareció en mi cabeza.

- Eric – dije de una forma quizá demasiado tosca.

- ¿Qué va mal? – preguntó con una expresión sospechosa.

- ¿Dónde está Grace ahora? – le pregunté con seriedad, esperando que donde se encontrase, estuviera en las mejores condiciones posibles.

- Está durmiendo, Altaira, necesita descansar – me respondió mi padre mientras yo mantenía la mirada fija en Eric, esperando por su respuesta.

Eso me descolocó y no dudé en mirar a mi padre demasiado rápido, tanto que mi cuello crujió.

Una sonrisa estaba incrustada en sus labios.

- Digamos que llevan aquí unos días, cariño – me contó como si nada.

- ¿No pensabais decirme nada? – pregunté mientras mi boca se cubría de una capa de hostilidad.

Dos encogimientos de hombros por igual, eso pude ver.

- ¿Ahora os movéis igual, también? ¿Alguien me va a explicar esto? – dije controlando mi desespero, no me cabrearía por algo así, ¡pero quería enterarme de lo que estaba sucediendo en esa casa!

- Ven conmigo, cariño – me dijo mi padre poniéndose en marcha.

Lo seguí sin dudarlo, me llevó hacia su habitación, aquella donde hace demasiados años ya, mi madre y él eran felices, o eso es lo que yo al menos veía.

Cuando abrió la puerta y se apartó, la pequeña Grace se encontraba tumbada en la cama, tapada con tres mantas. Aun así, se encontraba tiritando.

- ¿Qué le pasa, papá? – le pregunté mientras me acercaba a la cama con todo el cuidado que mi cuerpo me permitía.

- No se encuentra bien, Altaira. No sabemos que tiene, solo que no está bien, pero nadie es capaz de hacer nada por ella. Así que estamos aquí, cuidándola todo lo que podemos y haciendo todo más llevadero cuando está despierta.

Un puñal pareció atravesarme el pecho.

Justo ahora.

¿Por qué? Todo parecía perfecto.

Salí de la habitación en busca de Eric, cerré la puerta de esta con mi padre dentro, necesitaba hablar con su hermano mayor a solas. Creo que mi padre lo comprendió, pues no salió del cuarto.

- ¿Quién es el responsable de esto, Eric? – pregunté señalando el cuarto, para ese entonces solo rabia salía de cada uno de mis movimientos.

Él se encontraba sentado en una de las sillas que rodeaban la mesa de la cocina, parecía alguien diferente a quien había dejado segundos antes en el mismo lugar.

- Alice – dijo con su mandíbula demasiado apretada.

- ¿Qué le ha hecho? – pregunté con la misma rabia que él parecía sentir.

- No lo sé – negó – Solo sé que no está bien, sus ojos no transmiten lo mismo de siempre, ella se encuentra cada vez más pálida y delgada. Todo lo que come, que suele ser realmente poco, lo expulsa con la misma facilidad en la que ha entrado. Dice que quiere irse con mamá y ni siquiera soy capaz de decirle que eso no es posible. No quiero que se vaya ella también, Altaira. Pensé que todo lo que hacía lo lograba por ella, pero he cambiado de opinión, me siento el peor hermano y protector de este mundo y de todos los que puedan existir. Si tan solo hubiera sido capaz de ver que Alice estaba peor de lo que mostraba...

- ¿Dónde está ella ahora? – le pregunté teniendo algo de miedo por su respuesta.

- No lo logró. Jeanine la descubrió y no dudó en matarla – me explicó mientras pasaba una de sus manos por su frente, ni él mismo podía con el dolor.

¿Cómo no fui capaz de darme cuenta de toda esta situación?

Ahora la que se sentía la peor de este mundo era yo, ¿cómo no me percaté de la mirada de Eric?

Algo había en ella que la hacía verse diferente a como yo la conocía.

Fue entonces cuando me descompuse en un llanto que no lograba controlar.

Salí corriendo de la casa y no paré ni un segundo.

JenGVargas

Hay días que el llanto aparece en nuestro interior y es imposible esconderlo por más tiempo. Soy la persona más llorona que existe, al menos así lo siento yo, lloro en cada situación de risa que aparece en mi vida, mis lágrimas caen y caen mientras me río sin piedad, cuando las personas no me conocen incluso se preocupan por si estoy bien, cuando yo solo me río, sale solo. Toda la música, los vídeos, los libros...todo me causa lágrimas. En cambio, cuando algo me duele de verdad, no sale tan fácil. Pueden haberme roto por completo, que aunque mis ojos se tilden de agua, las lágrimas no caen con cualquiera. 

Mi almohada, ella si que sabe apoyarme en momentos así, ella es la que mejor me conoce, cada noche de cada uno de esos días en los que el mundo y la vida se me vienen encima...me consuela.

¿Quién consolará a Altaira, alguien lo sabe?

Que tengáis un feliz domingo. <3


CAPÍTULO EDITADO

Treat you betterWhere stories live. Discover now