Capítulo 31

2.5K 152 18
                                    


NARRA ERIC

Ir a verla, ese era sin duda el propósito de cada uno de mis días. La razón de despertarme sobresaltado por cada una de esas terribles pesadillas que me traían de cabeza cada madrugada.

Abrí la puerta del escondite donde se encontraban desde hacía varias semanas, esperando encontrármelas dormidas a ambas, pero no fue así.

Un sentimiento parecido a la furia y al odio empezó a recorrerme a lo largo de mi espalda. ¿Por qué Grace estaba sola en esa especie de cama que había podido montar para ella?

¿Dónde narices había ido la loca de mi hermana?

Grace, ella era lo que importaba. Parecía un ángel durmiendo, siempre lo era, pero al menos de esa forma estaba callada y no preguntaba a cada minuto por nuestros padres.

Aún se encontraban de viaje, ese tan largo con el que intento convencer a Grace día tras día. La realidad es que yo también los echo demasiado de menos, pero no puedo hacer nada y ese es uno de los motivos por los que siempre estoy tan furioso con todo mi alrededor.

Cuando conocí a Cuatro descubrí que no era el único que estaba siempre enfadado. Supongo que al ser partícipe de alguien haciéndome frente en tal cosa, me enfadé más aún si es que eso era posible. Siempre me había considerado egoísta al más alto nivel, pero mi madre me hacía entrar en razón, fuera cual fuese el motivo. Que ya no esté no me hace mejor persona, eso es algo relativo.

Me acerco a su pequeño cuerpo y me siento a su lado, aún puedo recordar, cerrando los ojos, el momento en que la pusieron por primera vez en mis brazos. Yo era un niño caprichoso y malcriado, egoísta y cabezón, hasta ese momento. Recuerdo que Grace lloraba sin parar, pero yo quería cogerla y mis padres no tuvieron más remedio que cumplir mis deseos, ya que si no tendrían a dos criaturas con el berrinche de sus vidas y eso no era sano para ninguno de los cuatro.

Mi madre me enseñó como poner los brazos y la puso entre ellos.

La pequeña enseguida se calló. Cerró su mano en uno de mis dedos y se quedó dormida en un par de segundos.

Miré a mi madre lo más rápido que fui capaz, para ver si todo estaba bien y me encontré con una doble sonrisa por parte de ambos.

- ¿Ves mamá? Quería estar conmigo – le dije a mi madre de una forma egocéntrica, siendo yo al tres cientos por cien.

- Sí, cariño, ya lo veo ya – me respondió ella de una forma demasiado dulce. Siempre me pregunté como era posible que me aguantara de una forma tan cariñosa siendo como era.

Le acaricié la mejilla derecha, pues su parte izquierda estaba pegada a la pequeña almohada rosa que ella misma había pintado, con material que yo mismo le conseguí.

No pude evitarlo, de nuevo, el sentimiento de protección se instaló en mí.

Respirar a su lado se hacía sencillo y eso sin duda era lo que más me gustaba de estar con ella. Cualquier atisbo de preocupación se disipaba sin más.

- Eric – me llamó aún con los ojos cerrados.

- Hola, pequeña – le dije susurrándole.

Abrió uno de sus pequeños ojos y al darse cuenta de que realmente era yo, se levantó enseguida en busca de mis brazos. Al parecer nunca se cansaba de estar entre ellos.

Tras pasar varias horas a su lado esperando a que nuestra, poco querida, pero necesaria hermana apareciera, me marché. Debía aparentar normalidad, como cada uno de los días que llevaba en Osadía.

Cerré la puerta una vez me aseguré que ambas estaban a salvo y me dirigí de nuevo al centro de todos mis días.

Anduve varios minutos hasta que escuché una rama rompiéndose, entonces miré asustado hacia atrás. ¿Quién me había seguido?

Al verla respiré tranquilo, ella no iba a descubrirme. Antes la mataría si era realmente necesario, pero sabía perfectamente como hacerla callar.

- ¿Qué haces aquí? – le pregunté furioso.

- Lo siento, yo solo...

- ¿Por qué me has seguido?

- Me dejaste preocupada después del momento en el que me ayudaste con mi ataque de pánico y...

- No lo vuelvas a hacer.

- Está bien.

- ¿Qué sabes? – le pregunté malhumorado, con buena suerte no se había enterado de nada.

- ¿Qué escondes? – me preguntó de brazos cruzados.

Di largas zancadas hasta llegar a ella, la cogí de los brazos sin cuidado alguno.

- ¿Tan pronto quieres morir? – le pregunté prácticamente escupiéndole las palabras.

Oí como tragó saliva, se había quedado sin nada que decir.

- Altaira... te creía más inteligente, la verdad.

JenGVargas

Lo siento, lo siento, lo siento. Demasiadas cosas este tiempo en el que he estado desaparecida. Pero vengo con un nuevo capítulo que, como una gran lectora me pidió (tú sabes quien eres ;) ), está narrado por nuestro querido protagonista!!!!

Espero que os haya gustado, de verdad. Quiero saber que os ha parecido así que...¡YA PODÉIS COMENTAR! no era una amenaza, por supuesto que no, soy buena persona, lo juro.

Gracias por todo chicas, chicos no, porque ninguno ha dado señal de existir, si también hay chicos lectores que dejen de ser fantasmas y se dejen ver!!!!!

Regalito por la tardanza... :

Eric descubriendo a Altaira

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Eric descubriendo a Altaira....Me mata su expresión!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


CAPÍTULO EDITADO

Treat you betterWhere stories live. Discover now