Capítulo 57

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La oscuridad en la que me encontré por casi tres semanas no se asemejaba en lo más mínimo a esta, aquella era infinita, no tenía límite alguno, pues mi cabeza no los tenía.

Esta, en cambio, se trata de paredes, paredes a las que, aunque no les veo el final, sé que lo tienen y que cada día se acercan a mí un poco más.

Sigo sin saber donde me tiene encerrada Sam, pero al parecer nadie me está buscando, pues todo sigue igual, hecho que me hace enloquecer. Aunque no tengo más remedio que guardar la calma.

El recuerdo de mi madre me ha ayudado hasta ahora, como también el de Eric. He intentado pensar en mi padre, en como estará, en si se alimenta como debe, en si sus cosechas siguen en un buen vigor, pero todas esas preguntas se quedan hiladas a mi alrededor, pues no hay nadie que me las pueda responder, al menos, no ahora.

De nuevo, un ruido seco, pero ensordecedor a la vez, me arropa en el frío de esa estancia bastante maltratada. No me hace falta pensar mucho, para saber que Sam está a punto de entrar a donde quiera que me tenga encerrada, al principio me importaba, ahora ya no tengo fuerzas para ello. Desconocía la cantidad de droga que metía en mi comida, pero la dosis era alta, pues hace poco había empezado a tener alucinaciones, unas mejores que otras, pero alucinaciones, al fin y al cabo.

- Te traigo la comida – dijo él con una voz tajante.

- S...Sam – lo llamé finalmente, mi voz había desaparecido en gran medida.

- ¿Qué? – preguntó él acercándose a mí.

- Por favor – pedí, una vez más.

- No empieces Altaira, a menos que cumplas lo que te dije, no te voy a sacar de aquí.

- Vale – dije.

- ¿Qué? – preguntó con un tono de confusión en su voz.

Tras aclararme la garganta un par de veces, hablé.

- He dicho que vale, está bien, tú ganas, sácame de aquí y haré todo lo que me pidas, ¿vale? Sólo sácame de aquí, por favor – le supliqué.

Ya eran muchos los días que llevaba presa y mi cabeza ya no funcionaba de la mejor de las maneras.

Supe de inmediato que una gran sonrisa se había instalado en su cara, que, aunque no la veía, la conocía a la perfección.

- Has hecho lo correcto, Altaira. Sabía que finalmente entrarías en razón. Lo vamos a pasar bien, te va a gustar este sitio, además las personas que viven aquí te querrán de la misma manera en la que yo lo hago.

Un escalofrío me recorrió y por unos segundos me arrepentí de haber aceptado sus peticiones. Probablemente estar ahí, sin luz, drogada y sin agua para asearme, era una mejor opción que aparentar quererlo, aparentar haberme olvidado de todo lo que conocía, de Eric.


NARRA ERIC

- Hola, pequeña, ¿cómo estás? – saludé a mi hermanita, la cual se encontraba tumbada en el sofá de mi apartamento.

Todo había cambiado tantísimo en apenas una semana y media...

- ¡Eric! – me llamó eufórica por verme, como siempre.

La comisura de mis labios decidió elevarse para formar así una gran sonrisa. La adoraba tanto y tenía tanto miedo a perderla en algunos momentos, que dolía.

- Te he echado mucho de menos, Eric – dijo ella restregándose los ojos con sus pequeñas manos.

- Y yo a ti, cariño, pero ya sabes que tengo que hacer cosas importantes fuera de aquí – le dije sentándome a su lado en el sofá.

Asintió.

- Lo sé, solo que me gustaría estar contigo todo el tiempo.

- Y a mí también, pero no puedes, al menos no ahora – le dije acariciando su pelo.

- Alice... ¿dónde está? – me preguntó algo dubitativa.

- Pues está ocupada también, Grace. Pronto vendrá a verte, lo prometo.

Pronunciar tan gran mentira me hacía sentirme la peor de las personas, pero no podía hacer otra cosa.

- Eric – me volvió a llamar.

- ¿Si? – le pregunté mirándola.

- ¿Quién es Altaira? – preguntó como si nada.

Algo en mi pecho se activó y fue doloroso, demasiado esta vez.

- ¿Cómo sabes ese nombre? – pregunté dejando de acariciarla.

Sus hombros se hundieron en un leve intento de contestar a mi pregunta.

- Muchas noches, desde que dormimos juntos, empiezas a gritar su nombre.

Grace era la única con la que podía ser sincero en un cincuenta por ciento, con ella no debía fingir el echarla de menos. Además era una niña, era mi hermana, ella podría escucharme, sin juzgarme, ¿no?

- Es una chica – le confesé.

- ¿Es tu novia? – preguntó muy concentrada en cada una de mis expresiones

Negué.

- No, no lo es.

- ¿Pero... te gustaría que lo fuera? – preguntó. Más inteligente no podía ser...

Asentí, ni siquiera lo pensé, fue instintivo.

Me aclaré la garganta.

- Bueno...

- Has dicho que sí con la cabeza – dijo ella.

- Sí, pero...

- Pero nada, tú siempre me has dicho que las acciones cuentan más que las palabras – dijo con su suave voz.

Me había pillado, una vez más.

- ¿Por qué no se lo pides? – preguntó ella...Cómo si fuera tan fácil. No pude evitar reírme.

- Porque te prefiero a ti – dije en un pequeño susurro.

Sus ojos se giraron en un instante.

- Puedes tenernos a las dos, seguro que me cae bien.

Otro puñal atravesó mi pecho. No, no podía tenerlas a ambas. Altaira era el precio que había tenido que pagar por Grace. Un precio demasiado alto, pero no tuve opción. Nunca la tenía.

JenGVargas

A veces estamos tan pero tan cansados de ser fieles a nosotros mismos... nos hartamos de seguir como si nada hubiera pasado. Altaira está tan cansada de seguir siendo ella que ha optado por cambiar, sin remedio alguno, acaba de ser infiel, pero a ella misma.

Eric...Al parecer la ha traicionado, por Grace, ¿cómo imagináis que ha sucedido todo esta situación? Pues Eric dice ser culpable de lo que le ha pasado a Altaira, ¿lo creéis así?

Os mando un beso enorme!


CAPÍTULO EDITADO


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