Capítulo 84 [+18]

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Capítulo subido de tono. Responsabilidad en vosotros.





El polvo yacía sobre sábanas blancas, que poderosas, se habían hecho con el poder del paso del tiempo, en lugar de que todo lo que conservaban se marchitara con él. Yo misma fui la que se encargó de posicionarlas para que nada de eso sucediera. Jamás me gustó ver el paso del tiempo en objetos que significaron tanto, para personas que ya no se encuentran danzando a su libre albedrío en un mundo tan condenado.

Recuerdo el día que descubrí este sitio, con algo de anhelo. Fui lo suficiente sutil en mis preguntas, cuando intenté comprender quien había habitado ese lugar y porque ya no lo hacía.

Una familia compuesta por una pareja joven y dos niños, uno de ellos en camino, habían sido condenados. Sus actos no fueron de acuerdo a todo lo estipulado, así que se convirtieron en abandonados. Así de un día a otro, de un instante feliz a uno despreciado. 

Conforme mis noches aquí fueron progresando, muy de vez en cuando, no pude no preguntarme sobre qué habrían hecho, sobre donde estarían en ese momento, sobre si esos niños seguirían viendo la luz cada día o si por el contrario la oscuridad ya los habría embargado hacía años.

Eric se quedó paralizado al entrar, sus dedos se habían soltado de los míos y sus pies no parecían tener intención de avanzar en ese suelo tan bien conservado.

- La encontré con doce años - le expliqué, mientras me encargaba de dirigirlo a la habitación más grande del lugar.

No opuso resistencia, me siguió sin mediar palabra, concentrado en su alrededor. No objeté sobre sus actos, yo también me había quedado de esa forma todas las veces que con el insomnio había vuelto.

Era un lugar tan acogedor, que sin darte cuenta, te quedabas atrapado entre recuerdos propios. Entre situaciones condecoradas, apreciadas, situaciones de orgullo interno, pero también entre muchas no tan justas. 

- Si quieres que volvamos... - quizá no había sido el lugar prestado para un momento así, quizá me había equivocado una vez más.

Mis ojos se fijan en su figura, en lo tensa que se encuentra y en lo sumida por una vez en la agonía que siempre intenta esconder, pero que conmigo pocas veces logra.

- ¿Estás bien? - le pregunto sin esperar una respuesta a cambio. 

Me dirijo esta vez hacia la cama, también cubierta por varias sábanas esperando a ser erradicadas, como todo lo que está mal en nosotros.

Me deshago de las piedras que hay encima de ellas, que con su peso las sostienen.

Cuando cada una deja de hacer presión, ambas sábanas parecen tener intención de liberarse y con la brisa que las recorre empiezan a sumirse en una danza de esas que provocan tanto y tan poco a la vez.

- No lo estoy, Altaira - sus palabras se hacen con el poder del silencio, lo desconectan de la estancia.

- Lo sé - le respondo devolviendo mi mirada hacia él.

- ¿Quieres que... - mi pregunta esta vez pretende ser directa, pero su cuerpo me lo impide.

Las sábanas sumidas en suciedad ya no existen más, por lo que sus manos se hacen con mis mejillas.

Treat you betterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora