Capítulo 76

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Soñé demasiadas veces con volver al sitio en el que me encontraba justo en este momento. La paz que se respiraba en este ambiente era fascinante. Aunque todos se hubieran vuelto locos por culpa de Jeanine, todo en ese lugar se seguía sintiendo de la misma manera. El silencio, el color del agua, la piedra donde siempre me gustaba sentarme para disfrutar. Todo era igual.

Excepto yo, yo no lo era. Solía venir aquí cada mañana para pensar en ella, ahora salvo el daño que me ha ocasionado, no tengo mucho en lo que recordarla.

Mis ojos, hacía varios segundos que se habían cerrado. Contemplar las paralizadas aguas era uno de mis mayores privilegios y pasatiempos preferidos, pero tenía demasiado en lo que pensar todavía. La frase de Cuatro no había desaparecido de mi memoria, ni siquiera sabía por donde empezar, pero ahora que estaba con quien debía, todo se haría más sencillo. Se acabaron las cuestas hacia arriba, era hora de relajarse y dejarse llevar para lograr encontrarlo y sobretodo descubrir la verdad de una vez por todas, aunque esta lograra destrozarme para siempre.

 Se acabaron las cuestas hacia arriba, era hora de relajarse y dejarse llevar para lograr encontrarlo y sobretodo descubrir la verdad de una vez por todas, aunque esta lograra destrozarme para siempre

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- ¿Lo extrañabas? – preguntó mi padre nada más cerré la puerta de la cabaña.

Me senté en la silla que había justo frente a él, como siempre taza en mano con café recién hecho.

- Mucho – dije con una sonrisa en mis labios que en realidad no llegó a mis ojos. Mi dicha no era completa, por más que intentaba averiguar el camino que Cuatro me intentó dibujar, no había manera.

- ¿Qué es lo que va mal?

- ¿Tanto se me nota?

Sus hombros se encogieron de inmediato.

- Te conozco lo suficiente.

- Lo sé – dije entendiendo a que se refería. Siempre había creído necesitar más que su presencia, ahora me siento afortunada, solo deseo que esa gran emoción no desaparezca cuando todo vuelva a la realidad. Aunque conociendo mi recorrido en la vida, no lo hará.

- ¿Tiene nombre? – preguntó algo más picarón de lo que jamás imaginé.

- Eric – pronuncié sin pensarlo mucho tiempo más. Decir esas cuatro letras hizo mella en mí.

Sus ojos se incrustaron en los míos, los cuales no estaban dispuestos a soportar nada en estos momentos sin cobrar vida propia.

- ¿Osadía? – preguntó sin pensarlo mucho tiempo.

Asentí.

Un nudo profundo se instaló en mi garganta.

- ¿Quieres contarme que le ha sucedido? – su tono era sutil, pero a la vez abrasador.

Esta vez fui yo la que se encogió de hombros.

- Según los vídeos... mu...mu...r – una lágrima empezó a deslizarse por mi mejilla derecha, sí, solo una, producto quizá del dolor tan irreversible que mantenía en mis cuerdas vocales.

- Ven conmigo.

Mis ojos se incrustaron en la nuca de mi padre de inmediato. Sí, para ese entonces él ya se encontraba de espaldas.

- ¿Papá? – pregunté desubicada de forma completa.

No me respondió, ni tan siquiera se giró para interesarse por mí.

Lo seguí, no lo dudé. Su altura era mayor que la mía, como era evidente, por lo que empezar a trotar fue mi forma de situarme a su lado para cuando me quise dar cuenta.

El lago.

Acababa de venir de aquí. Mi ceño se encontraba más que fruncido en estos momentos, mis mejillas...totalmente mojadas. Al parecer el nudo se disipó, al dejar salir el dolor hacia fuera. Ahora me encontraba más concentrada en las acciones del hombre que tenía justo enfrente, que de mis sentimientos.

- ¡Papá! ¿A dónde estamos yendo? – pregunté como pude.

- Calla y sígueme.

Lo hice, exactamente de la misma manera que lo había hecho hasta llegar aquí.

Cuando llegamos a la roca en la que siempre me sentaba, se detuvo.

- Quiero que te sientes – me ordenó con un movimiento de mano.

- ¿Y ahora? – le pregunté una vez estuve donde él quería.

- Respira – dijo enseñándome a la vez como hacerlo, ¡como si se me hubiera olvidado!

Tras unos segundos, no pude evitar impacientarme.

- Papá, ya está bien, por favor, ¿qué es todo esto?

- Cuatro te dijo justo lo que debía, cariño. Sé inteligente y piensa bien las cosas. ¿Quieres?

Mi confusión se acrecentaba a cada segundo que pasaba. ¿Se había vuelto loco?

Lo mejor de todo fue cuando se dio media vuelta y se largó sin ninguna explicación más. Quizá este tiempo que había pasado fuera, había sido mucho más largo de lo que yo creía. ¿Se habían vuelto todos locos de verdad o quizá era yo quien no entendía lo que debía?

JenGVargas

CAPÍTULO EDITADO

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