Capítulo 9. Copos de nieve.

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«Copos de nieve»

Giré en el aire y caí en el césped con un golpe seco que hizo que me dolieran todos los huesos, quedando boca arriba

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Giré en el aire y caí en el césped con un golpe seco que hizo que me dolieran todos los huesos, quedando boca arriba. El portal flotaba por encima de mi cabeza y utilicé mis últimas fuerzas para cerrarlo.

Orbis finitie.

El óvalo desapareció y mis brazos se desplomaron a cada costado mío, sin energía. Mi pecho subía y bajaba, siguiendo el ritmo de mi respiración. El aire estaba cálido y olía a pino, no a muerte, señal de que mi portal había funcionado y estaba en Sunforest.

Intenté tranquilizarme con esa idea, porque sabía que Azael estaba confinado en el infierno y no podría seguirme hasta ahí. Aún así, estaba temblando incontrolablemente, presa de todo lo que había sucedido en las últimas horas. De pronto, respirar me estaba costando mucho trabajo, como si alguien estuviera presionando mis pulmones con fuerza.

Me abracé el cuerpo, intentando protegerme del dolor e insultándome en silencio una y otra vez por haber sido tan estúpida. Era imposible detener las lágrimas que corrían imparables por mis mejillas.

Tenía todo el cuerpo adolorido, pero aún así me obligué a alzarme para buscarlo con la mirada. Él estaba apenas a un metro de distancia de mí y me giré sobre mi estómago para gatear hasta llegar a su cuerpo.

—Jared —lo llamé cuando estuve a su lado, mirándolo directamente por primera vez desde que Azael lo había matado.

Estaba hecho un desastre y eso solo lo hacía peor, porque me recordaba una y otra vez lo violenta que fue su muerte. Toda su playera estaba empapada de sangre húmeda, tanto que ni siquiera se alcanzaba a ver su color original. También tenía sangre en el rostro y en su cabello rubio. Para colmo, estaba muy golpeado.

Con una mano temblorosa acaricié su labio partido y sollocé al notar que su piel aún estaba caliente.

—Jared —supliqué— lo siento tanto...

Él no respondió. Continuó inmóvil, con los ojos cerrados y la boca ligeramente entreabierta. Sin respirar. Sin el latir de su corazón. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba así, pero no me importó. Lo sacudí desesperadamente, como si con eso pudiera hacerlo reaccionar.

Como si pudiera hacer que su corazón latiera de nuevo...

Me aferré a esa idea, tal vez por desesperación. Coloqué mis manos una sobre la otra, justo por encima de su esternón y comencé a hacer compresiones, mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas hasta su pecho, pero él no reaccionó.

—Jared, por favor.

Sus ojos siguieron cerrados y yo no podía soportar aquello. El dolor hizo que la magia se abriera a través de mi cuerpo y ardiera en mi interior, subiendo, subiendo y subiendo hasta desgarrar mi pecho con toda su fuerza y escapar. Explotar. Junto con todo lo que estaba a nuestro alrededor.

SunForest 4. Ada Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora