«Después de todo yo era Ada Rey, la princesa de Sunforest. Hace relativamente poco descubrí que no solo tenía un hermano mayor, también encontré a mi familia biológica, un reino que me pertenecía y una profecía que arruinaba todo.
Menudo lío en el...
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—¡Hora de despertar!
Gruñí cuando mi tranquilidad fue interrumpida tan abruptamente y me giré en la cama para ignorar a Jared, lamentándome por no haberme quedado en Féryco la noche pasada. Estaba segura de que Ezra me habría dejado dormir un poco más.
Mi hermano no se apiadó de mí y jaló el edredón hasta destaparme por completo.
—Jared... —me quejé.
—En unas horas comienza el eclipse —me recordó tranquilamente.
—Lo sé —respondí malhumorada—, no es la primera vez que lo vivo.
Le lancé una mirada fulminante y él me sonrió.
—¿Sabe Ezra lo gruñona que eres por las mañanas?
Tomé la almohada que estaba bajo mi cabeza y se la lancé en la cara, él la atrapó antes de que lo golpeara.
—Ezra sabe todo sobre mí.
—¿Y aún así quiere casarse contigo?
—Eres un grano en el trasero, Jared.
Mi hermano se carcajeó, pero me miró con cariño.
—Perdón por despertarte —se disculpó— pero tengo un regalo para ti.
Mi malhumor se disipó rápidamente y me alcé sobre mis codos con curiosidad.
—Por ahí hubieras empezado.
—¿Ahora tengo tu atención?
—Completamente —asentí— ¿qué es?
—Sé lo mucho que te gustan —dijo señalando al pie de la cama— y quiero que hoy luzcas magnífica, por eso lo mandé a hacer para ti.
Me senté sobre mis talones para alcanzar a ver el hermoso vestido que estaba cuidadosamente colocado sobre mi cama. Era tan hermoso que me robó el aliento. Deslicé mis manos por la vaporosa tela dorada, tan brillante que destelló con el movimiento, como si pequeñas estrellitas estuvieran adheridas a él. Las mangas eran largas, un poco abombadas y semi transparentes. El escote en V estaba rodeado por flores y perlas de colores neutros. Era tan largo que seguro cubría más allá de mis tobillos.
—¿Cómo es que me conoces tan bien? —pregunté mirando a mi hermano.
—Mamá me ayudó un poco —confesó— pero yo escogí el color y la tela, quería que fuera tan dorado y brillante como tu aura, ¿te gusta?
—Es un vestido de ensueño —respondí suspirando—. Muchas, muchas gracias.
—De nada —respondió feliz—. ¿Estás nerviosa por la coronación?
