«Después de todo yo era Ada Rey, la princesa de Sunforest. Hace relativamente poco descubrí que no solo tenía un hermano mayor, también encontré a mi familia biológica, un reino que me pertenecía y una profecía que arruinaba todo.
Menudo lío en el...
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Loan aulló fuerte y alto, sobresaltándonos a los dos.
«Su rastro es reciente» —dijo dentro de mi cabeza.
—¿Cómo entró? —pregunté sin comprender—. Hay lobos en las entradas y en los pasillos.
«Por la ventana» —respondió Loan convirtiéndose repentinamente en un halcón y atravesando la abertura.
—¡No vayas solo! —le grité al ave mientras corría en su dirección, pero Aiden rodeó mi cintura y me arrastró hacia el lado contrario.
«La ayuda viene en camino» —dijo antes de perderse a través de la noche.
Aiden empujó mi espalda en contra de su pecho para que mis pies no alcanzaran el suelo y poder arrastrarme con más facilidad, pero antes de que lograra sacarme de mi habitación Arus apareció en el umbral.
—¡Arus! —grité aliviada—. Loan se ha marchado solo.
—Loan ya tiene apoyo —me tranquilizó.
Mis padres aparecieron en ese momento junto a nosotros y Aiden me soltó al notar que ya no tenía caso forcejear. Samara y Dandelion llegaron algunos segundos después.
—¿Qué sucedió? —preguntó Joham examinando mi recámara hasta detenerse en la cama.
Yo contuve un suspiro.
—Parece que Azael me ha mandado otro regalo —expliqué—. Loan captó un rastro reciente en la ventana y se fue tras él.
Amira palideció al escucharme.
—¿Ese mensajero ha logrado entrar en tu habitación?
—Eso parece.
Fue Arus el que se atrevió a acercarse a la cama y examinar la caja. Desde donde yo estaba no se alcanzaba a ver, pero él tomó una tarjeta negra idéntica a la primera y la abrió para leerla. En cuanto terminó, Joham prácticamente la arrancó de sus manos para hacer lo mismo.
Los dos me miraron después de eso y yo simplemente extendí la mano para que me la entregaran. Leí en silencio.
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