Capítulo 31. Asamblea.

825 154 85
                                    


«Asamblea»

El claro estaba repleto de forestnianos y mientras Amira, Joham, Dandelion y yo nos acomodábamos en nuestros respectivos lugares, examiné todos esos rostros desconocidos en silencio y sin demostrar ninguna emoción, ni siquiera cuando me crucé con ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El claro estaba repleto de forestnianos y mientras Amira, Joham, Dandelion y yo nos acomodábamos en nuestros respectivos lugares, examiné todos esos rostros desconocidos en silencio y sin demostrar ninguna emoción, ni siquiera cuando me crucé con el de Aiden y Flora, mucho menos cuando encontré el de Zigor.

Me posicioné a la izquierda de mi madre y Loan no tardó en aparecer. El enorme lobo también se colocó a mi lado, pero unos cuantos centímetros más atrás, custodiando sin hacer un solo sonido.

Joham dio un paso al frente y yo me mantuve serena mientras lo escuchaba saludar a todos educadamente y agradecerles por su presencia. Algunos forestnianos respondieron, pero el ambiente se notaba tenso, de hecho, casi todas las miradas estaban sobre mí. Inhalé lentamente para que no se notara el movimiento de mis hombros y me aferré a las cuatro palabras que mi padre había pronunciado minutos atrás: pase lo que pase, pase lo que pase, pase lo que pase. Y solo el universo sabía que era lo que iba a pasar a continuación.

—Amira y yo —continuó Joham con la voz firme y una clara pizca de autoridad— queremos aprovechar esta asamblea para presentarles formalmente a nuestra hija, la princesa Ada Rey.

Joham se giró hacia mí y suavizó un poco su mirada cuando esta cayó sobre mi rostro. Extendió su brazo en mi dirección y yo lo tomé, dejándome llevar por él. Me colocó al frente, a su altura y todos los ojos se dirigieron hacia mi cabeza, donde la corona comenzó a pesarme como si estuviera hecha de plomo.

—Su futura reina —finalizó con un ligero tono amenazante. 

El silencio gobernó en el claro y yo no me moví, en parte porque gracias a mi nueva posición alcancé a ver a Arus, un poco apartado de los forestnianos y más escondido entre las sombras de los árboles, pero aún así tan imponente como siempre.

Dejé de respirar al notar una figura más baja a su lado, pero igual de reconocible para mí. Ezra estaba ahí, con los brazos cruzados y la espalda recta. Sus ojos color miel relucían incluso desde donde estaba, pero no me miraban a mí, estaban clavados en Joham.

Sentí que me desmoronaba como un castillo de arena en el aire y luché con todas mis fuerzas para que ese duro golpe no se viera reflejado en mi rostro. Sin embargo, no fui capaz de apartar mi vista de él, sentía que era una ilusión, que si pestañeaba él desaparecería al segundo siguiente.

Debió sentir mi mirada, porque muy lentamente deslizó sus ojos hasta llegar a mí y las aletas de su nariz se ensancharon, como si hubiera respirado bruscamente. Sin embargo, no pude leer ninguna otra emoción en su rostro porque traía puesta su máscara de granito. 

Verlo hizo que un montón de sensaciones y recuerdos surgieran desde lo más hondo de mi ser y si la mano de Joham no me hubiera estado sujetando con fuerza, habría corrido para abrazarlo... y besarlo... y quererlo.

SunForest 4. Ada Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora