Epílogo. Ada Rey.

1K 159 86
                                    




«Ada Rey»

El amanecer caía sobre Féryco, pintando sus hermosas praderas con naranja y dorado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El amanecer caía sobre Féryco, pintando sus hermosas praderas con naranja y dorado. Despertar antes de que el sol saliera valía la pena solo por ver ese espectáculo, aunque en esa ocasión decidí pasear colina arriba en lugar de admirarlo desde nuestro balcón.

Necesitaba caminar y pensar, también controlarme un poco para enfrentar el día que se avecinaba. Sería largo y tal vez emotivo.

Decidí sentarme al borde del río y meter los pies en el agua, aprovechando que su cauce era tranquilo. Los peces de colores vibrantes giraron alrededor de mis tobillos y más allá, en la parte profunda del río hubo un chapoteo y una brillante cola esmeralda saludándome.

¿Las sirenas sabrían que hoy es mi cumpleaños?

Una larga sombra se proyectó a mi lado y yo alcé la vista para averiguar de quién se trataba. Arus me sonrió cálidamente y se sentó a mi lado, aunque él no se permitió meter sus pies en el agua.

—Te vi salir del palacio —admitió.

—Solo quería contemplar el amanecer —respondí abrazando mis rodillas y mirando a mi abuelo con cariño.

Su cabello rubio se había vuelto completamente platinado y pequeñas arruguitas surcaban su rostro, proyectando la imagen de un abuelito ahora más que nunca. No solo su aspecto era diferente, su carácter también. Desde mi boda con Ezra se había ablandado de manera impresionante e incluso se mostraba un poco más cariñoso, sobretodo con sus bisnietos. Mis hijos simplemente lo adoraban.

—Feliz cumpleaños —susurró.

Sonreí al escucharlo y salpiqué un poco de agua con los pies. Ese día cumplía 28 y eso significaba que ya habían pasado 10 años desde que Jared me encontró para devolverme a Sunforest, ¿por qué el tiempo pasaba tan rápido?

—¿Estás bien?

—Solo estoy un poco nostálgica —mentí y no lo miré a los ojos para que él no lo notara.

—¿Segura? —insistió—. Los últimos días te he notado un poco rara. 

—No tienes nada de qué preocuparte.

—Si necesitas ayuda en algo, aquí estoy para ti. Siempre.

—Lo sé, Arus.

El sol ya había salido por completo, iluminando todo a nuestro alrededor. Arus y yo nos quedamos un largo rato en silencio, simplemente disfrutando del inicio de ese nuevo día. Solté un suspiro al imaginar que debería volver al palacio, seguramente Ezra y mis hijos estarían buscándome.

—Tengo un regalo para ti —confesó.

Lo miré.

—Así que por eso estás tan misterioso.

SunForest 4. Ada Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora