Capítulo 40. ¿Alianza?

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«Alianza»

Cuando abrí mis ojos y lo primero que vi fue el rostro de Ezra, los recuerdos de la madrugada me golpearon repentinamente

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Cuando abrí mis ojos y lo primero que vi fue el rostro de Ezra, los recuerdos de la madrugada me golpearon repentinamente. El hechizo de sangre funcionó y logramos eliminar el veneno de su cuerpo, pero había sido tan potente que Samara me advirtió que él necesitaría tiempo para reponerse.

Nadie se atrevió a contradecirme cuando me negué a separarme de él, por lo que Joham permitió que Ezra se quedara en mi habitación durante su recuperación, tal y como cuando yo lo necesité a él después del funeral de Jared. A pesar de todo, Ezra había estado ahí para mí.

Loan tampoco quiso marcharse y se había acurrucado en su forma lobuna al pie de la cama, por más que le insistí que podía dormir con nosotros... y más ahora que sabía quien era en realidad y que solo existía una relación fraternal entre él y yo. Sin embargo, Loan me ignoró y Arus puso a otro lobo custodiando la entrada de la habitación para que el hermano de Ezra también pudiera recuperarse tranquilamente por la pérdida de sangre.

De todas formas, mientras Samara y Thiago se ocupaban de Ezra yo aproveché para contarles a Joham, Amira y Arus que, a pesar de las flechas, habíamos acabado con los demonios camaleón en el claro. Así que tal vez los regalos inesperados llegarían a su fin.

Por supuesto, mi abuelo no quiso confiarse y no relajó la seguridad del castillo. Menos después de lo que le hicieron a Ezra.

Ezra. Volví a concentrarme en su rostro y en su tranquila respiración, pensando en que después de todo eso no podría volver a separarme de él. El miedo a perderlo había sido tan fuerte que lo demás pasó a segundo plano; no me importaba nada, ni que él fuera un hada y yo una princesa, ni que me lo hubiera ocultado durante 8 años. Lo único que valía eran las palabras que me dijo antes de desmayarse: yo te amo.

Me levanté de la cama con la intención de dejarlo descansar e ir en busca de algo para comer, pero me petrifiqué al notar que no estaba sola. Mis papás adoptivos estaban tan silenciosos que no me había percatado de ellos. Los miré, luego a Ezra. Oh no. No otra vez.

—No es lo que parece —expliqué rápidamente—. No pasó nada.

Mamá me sonrió, divertida.

—Lo sabemos.

Noté que estaban sentados en un sofá que antes no estaba ahí, como si llevaran rato esperando a que despertara y alguien lo hubiera hecho aparecer para que estuvieran más cómodos. Miré el resto de la habitación, pero no encontré señal alguna de Loan.

—¿Qué hora es?

Papá miró el reloj plateado que siempre llevaba en su muñeca.

—La hora de la comida —informó con tranquilidad.

Era tarde y ni Dandelion ni Joham me habían despertado para sus respectivos entrenamientos, tal vez debería ir a buscarlos para disculparme por quedarme dormida, pero decidí concentrarme primero en las dos personas que estaban frente a mí.

SunForest 4. Ada Rey.Where stories live. Discover now