Capítulo 27. Arus.

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«Arus»

Cuando dieron las 6 de la tarde, me obligué a mí misma a dejar de pensar en Aiden para poder concentrarme en Arus

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Cuando dieron las 6 de la tarde, me obligué a mí misma a dejar de pensar en Aiden para poder concentrarme en Arus. Mi abuelo había llegado antes de la hora pactada para poder hablar con las hadas que se encontraban en el castillo y darle una especie de informe a Joham.

Le dije que lo esperaría en la biblioteca para poder matar el tiempo leyendo algún libro. Loan estaba conmigo, con sus oscuros ojos abiertos pero el hocico descansando en sus patas delanteras. Se notaba que había estado muy tenso durante todo el día y ahora aprovechaba la tranquilidad de la biblioteca para relajarse un poco.

No tardó en darse cuenta de que lo estaba mirando y alzó su cabeza con algo parecido a la curiosidad, aunque era difícil leer el rostro de un lobo.

—¿No te cansas de estar en esa forma? —le pregunté—. Si quisieras estar un rato como humano no me molestaría.

Loan bufó y acomodó su cabeza en el sillón donde yo estaba sentada con las piernas cruzadas. Nunca se lo diría en voz alta porque seguramente me arrancaría la garganta, pero en ese momento parecía más un perrito y me dominaron las ganas de rascarle detrás de las orejas. Él me mostró los dientes en cuanto lo hice.

—Solo te estoy agradeciendo —le dije— por cuidarme. —Él soltó un gruñidito pero no apartó la cabeza, lo que me hizo formar una sonrisa—. Apuesto a que te gusta pero tu orgullo de hada no te deja admitirlo.

Loan paró las orejas y se mostró más alerta que antes, así que dejé de acariciarlo al comprender que Arus debía estar cerca. El rey de las hadas apareció algunos segundos después y yo cerré mi libro.

—Perdona la demora —se disculpó. 

—Fueron como 10 minutos Arus, relájate. 

No tenía idea de cuál era su edad —y ni me atrevía a preguntarle— pero a pesar de su cabello rubio entrecano y las arruguitas alrededor de sus ojos plateados, Arus lucía bastante más joven de lo que debía ser... y además guapo, me pregunté a mí misma si sus genes de hada tendrían algo que ver.

—Loan, volveremos en un par de horas —le dijo Arus al lobo—. No es necesario que nos acompañes, aprovecha para hacer lo que tengas que hacer.

Loan asintió obediente y me dedicó una última mirada antes de desaparecer.

—Es un poco reservado, pero me cae bien —dije en voz alta. Arus alzó sus cejas y por un momento sentí que me estaba ocultando algo—. ¿Qué? —pregunté recelosa.

—Nada —dijo haciendo una seña con la mano para que me pusiera de pie—. Es hora de irnos.

—¿A dónde?

—A la nada. 

—¿Me estás tomando el pelo?

—No me atrevería. 

SunForest 4. Ada Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora