Capítulo 53. Especial.

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«Especial»

Después de la laaarga revancha —con la cual dejé muy claro que yo también podía hacerlo suplicar— y de descubrir todos los rincones de la cama durante la siguiente hora, Ezra y yo decidimos aprovechar nuestro breve momento de agotamiento para vest...

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Después de la laaarga revancha —con la cual dejé muy claro que yo también podía hacerlo suplicar— y de descubrir todos los rincones de la cama durante la siguiente hora, Ezra y yo decidimos aprovechar nuestro breve momento de agotamiento para vestirnos y salir de su habitación. De lo contrario, nunca pararíamos.

Incluso ahora, cuando apenas llevábamos como 10 minutos separados, ya quería estar unida a él de nuevo. Lo miré intentando averiguar si él se sentía de la misma forma o si yo era la única que se había freído el cerebro después de anoche, pero cuando Ezra me miró de vuelta pude notar el mismo deseo reflejado en sus ojos.

Sonrió tímidamente.

—Todo ha sido muy intenso, ¿no?

—¿Crees que fue la danza? —pregunté al recordar todas esas sensaciones mientras bailábamos juntos.

—Creo que tuvo algo que ver —admitió—. Nos entregamos por completo en esa danza y al hacerlo juntos, tal vez todas nuestras barreras se derribaron de alguna forma.

—O tal vez nos drogaron.

Él rió.

—Deberíamos hacerlo de nuevo.

—Aún estoy cansada —le avisé.

—Me refería a la danza, malpensada.

—Ah —comprendí y reí también— invítame a la próxima, ¿si?

—Será un placer.

—Por cierto, ¿a dónde vamos?

—Quiero mostrarte un lugar que te gustará —respondió misterioso— y espero que nos distraiga lo suficiente.

—¿No hablaremos con Arus?

—Él nos encontrará ahí.

Ezra me había dicho que tomara la corona de Melisande antes de irnos, por lo que ahora los cuarzos brillaban con las luces del pasillo que caían sobre nosotros, mientras la cargaba en mi mano izquierda.

Tuve un deja vú y recordé la primera vez que había recorrido el castillo de Sunforest junto a Jared, lo enorme que me pareció mientras me perdía cada vez que girábamos en un nuevo pasillo. En ese momento me sentí embargada por la misma sensación, sólo que el palacio de Féryco era aún más grande y enredoso.

Ezra ya me había explicado que a las hadas les encantaban los lujos y por eso el palacio era así de grande y ostentoso. Se había mantenido así durante siglos, a pesar de que Arus y Ezra no estaban tan inclinados por llenarse de lujos como lo habían hecho antiguos reyes.

De hecho —ahora que lo pensaba— para ser el rey de Féryco, Arus siempre me había parecido alguien muy humilde, en el sentido de que se tomaba su cargo como una responsabilidad y no como una excusa para la riqueza. Tal vez Arus era alguien duro, poderoso, calculador y en ocasiones frío como un témpano de hielo, pero era un buen rey.

SunForest 4. Ada Rey.Where stories live. Discover now