Capítulo 59. Misiones.

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«Misiones»

El portal me escupió en el bosque y, después de cerrarlo, me quedé algunos segundos sentada en el césped, intentando absorber el impacto de haber hablado con mi hermano

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El portal me escupió en el bosque y, después de cerrarlo, me quedé algunos segundos sentada en el césped, intentando absorber el impacto de haber hablado con mi hermano. También, digiriendo toda la información que él y el oráculo me habían dado.

Alguna lágrimas de conmoción escaparon de mis ojos y las limpié con calma. No sabía cómo pero iba a traer a Jared de vuelta. Así el hechizo no funcionara, encontraría otra manera. Iba a luchar por él como mi hermano lo hizo conmigo.

Ya era de noche en Sunforest, aunque no estaba segura de que hora era y tal vez Arus estaría algo preocupado por mí, así que me puse de pie para dirigirme hacia el castillo. Lo hice a pie, con la intención de poder calmarme durante el camino y no aparecer aún con las piernas temblorosas.

Cuando entré al vestíbulo, me quedé quieta al ver que había un revuelo en él. Seis diferentes rostros se clavaron en mí para mirarme con incredulidad; Joham, Arus, Ezra, Aiden, Dandelion y Samara.

—¿Qué sucede? —pregunté aún algo desorientada. Apenas estaba dando un paso dentro del castillo cuando Ezra se abalanzó sobre mí y me apretó con tanta fuerza que me levantó del suelo. Mis costillas dolieron un poco—. No respiro —me quejé.

Él volvió a dejarme en el piso y me miró lleno de alivio.

—Nunca vuelvas a hacerme esto —gimió—, casi me da un infarto.

Sonreí dulcemente al escucharlo.

—Oh, ¿estabas preocupado?

—¡Y cómo no iba a estarlo! —bramó.

Volví a mirar a todos, entendiendo que el revuelo era por mí.

—Estoy bien —les aseguré. 

Aiden se sujetó su cabello negro y se recargó en la pared, mientras dejaba salir todo el aire de golpe. Esas no eran reacciones normales, en serio se habían asustado mucho. De hecho, Joham estaba tan pálido que parecía a punto de desmayarse. Sus ojos se pintaron de rojo antes de enfrentarse a Arus.

—¡Dijiste que mataste a mi hija! —le reclamó.

—¡Te dije que creía que la había matado! —replicó mi abuelo, también un poquito pálido.

—¿La próxima vez podrías comprobarlo antes de que me causes un infarto y me mates a mí también?

Arus chistó y me miró con recelo.

—¿De qué se trató tu truquito? —reclamó.

—No fue un truco —me defendí con una sonrisa—. En serio me mataste, pero he vuelto a la vida.

—No estamos jugando, Ada —intervino Joham.

—No te desquites conmigo, papá. Todo fue cosa de Jared.

SunForest 4. Ada Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora