Capítulo 20. Para siempre.

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«Para siempre»

«Para siempre»

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Aiden se marchó para poder cambiarse antes de bajar a desayunar, dejándome sola en la habitación de Jared.

Antes de levantarme, enterré mi nariz por última vez en la almohada y respiré hondo para guardar su aroma en mi memoria. Después, me puse de pie para tender la cama y vaya que me tomé mi tiempo en hacerlo, como si aún no estuviera lista para marcharme.

No estaba segura de si se trataba de mi imaginación, pero ese día sentí aún más frío que el anterior y sonreí al imaginar una forma de seguir llevando su aroma conmigo, tal y como Flora había hecho.

Me acerqué a la cómoda y abrí varios cajones hasta encontrar lo que estaba buscando. Escogí un suéter de color gris y lo abracé en contra de mi pecho, cerrando mis ojos. Olía a Jared.

Me repuse antes de romperme de nuevo y volví a mi cuarto para poder vestirme con el pantalón de mezclilla y las botitas negras que traía el día que llegué aquí. Encima me puse el suéter gris, tan grande que la prenda se deslizó hasta cubrir mis caderas y tuve que darle algunas vueltas a las mangas para poder encontrar mis manos. Aún así, me sentí reconfortada.

Recogí mi cabello en un moño alto —porque no estaba de humor para traerlo sobre la cara ni de que se mojara con la nieve— mientras salía de mi cuarto para bajar a la cocina. Para mi sorpresa, me encontré con Aiden recargado en la pared frente a mí.

—Te estaba esperando —me dijo en cuanto me vio.

Lo recorrí con una mirada apreciativa. El Aiden despeinado y en pijama era lindo, casi tierno, pero ese, todo vestido de negro y con una chaqueta ajustada no se ajustaba a la descripción de "lindo". El mocoso era más bien guapo, aunque admitirlo en voz alta probablemente solo me traería problemas.

Ya había notado antes la atención de Aiden en mí, en un momento en el que yo me sentía tan dolida que no me importó jugar un poco y seguirle la corriente. Ahora, estaba consciente de que aquello era una línea peligrosa para cruzar.

—¿Estás seguro de que tienes 16 años? —le pregunté comenzando a caminar por el pasillo.

Aiden me regaló una sonrisa cuando se posicionó a mi lado. 

—Si te hace sentir mejor, en dos semanas cumplo 17.

—Pareces de mi edad —comenté—, estás grande.

—Debe ser por el entrenamiento —dijo presumiendo su cuerpo deliberadamente, en son de broma.

Eso logró arrancarme una sonrisa, pero tal vez tenía razón. Después de todo Jared había entrenado a Aiden desde pequeño porque quería que su mejor amigo se convirtiera en su consejero real. Mi hermano me lo confesó en uno de nuestros combates y no sabía si Aiden estaba al tanto de aquello, pero no era el momento de averiguarlo. La muerte de Jared aún era un tema bastante sensible.

SunForest 4. Ada Rey.Where stories live. Discover now