Capítulo 25. Dandelion.

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«Dandelion»

A las 6 de la mañana del día siguiente yo ya estaba lista y vestida con la ropa más cómoda que logré encontrar

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A las 6 de la mañana del día siguiente yo ya estaba lista y vestida con la ropa más cómoda que logré encontrar. Dandelion tocó a mi puerta justo cuando yo terminaba de tender la cama así que, sin más demora, salí en su encuentro.

Había un enorme y precioso lobo moteado custodiando mi habitación, tan grande que sus intensos ojos oscuros casi quedaban a la altura de los míos cuando se ponía de pie. Su pelaje era corto y de color mostaza con gris, lo que me hizo preguntarme de qué color sería su cabello en su forma humana. 

En cuanto me vio salir, el lobo inclinó su cabeza en mi dirección como si me estuviera saludando. Yo le sonreí en respuesta.

—Iré a entrenar con Dandelion —le avisé señalando al forestniano—. ¿Nos acompañarás?

Un seco gruñidito fue mi respuesta y yo no logré descifrar si estaba molesto, así que miré a Dandelion de reojo. Él se encogió de hombros.

—Supongo que eso fue un sí.

El lobo volvió a gruñir, confirmando aquello.

—Okay —dije un poco confundida, tal vez tenía prohibido hablar conmigo o algo por el estilo, aunque esa idea me parecía ridícula.

—Iremos al claro —nos informó Dandelion y mi curiosidad despertó al escucharlo.

—¿En qué consiste un entrenamiento cósmico? —pregunté, olvidándome por completo del lobo.

—En entrenar tu mente —respondió ofreciéndome su mano.

Yo la tomé sin dudar.

En un pestañeo aparecimos en el centro del bosque, en medio del claro donde los primeros rayos de sol alcanzaban a colarse para iluminar al gran árbol; un enorme roble hecho de madera blanca que creció tanto hacia arriba que ni siquiera se alcanzaba a ver su copa, aunque yo ya la había vislumbrado anteriormente desde la cima del castillo. Sus ramas delgadas estaban cubiertas por pequeñas hojas y flores moradas, mientras que las raíces gruesas sobresalían en el césped.

—¿Un árbol puede cobrar vida? —pregunté al recordar que en el infierno uno de ellos me había atrapado.

—Todos los árboles tienen vida —respondió Dandelion, acercándose al grueso tronco blanco.

Yo lo seguí, mientras que el lobo se quedó algunos metros lejos de nosotros, pero con la espalda recta y las orejas alertas.

—¿Pero se pueden mover? —insistí.

—Si sus reyes se los ordenan, sí —explicó—. El bosque responde a quién está en el trono, ¿por qué?

Entonces aquel árbol me había atrapado por órdenes de Azael, pensé para mí misma. 

SunForest 4. Ada Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora