Capítulo 13. Pino y sol.

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«Pino y sol»

A pesar de que estaba agotada, comprendí lo ligero de mi sueño cuando unos murmullos me atrajeron de nuevo a la realidad

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A pesar de que estaba agotada, comprendí lo ligero de mi sueño cuando unos murmullos me atrajeron de nuevo a la realidad. Pestañeé intentando ver a través de la oscuridad, pero no me moví. Una punzada de decepción me atravesó cuando entendí que estaba sola y el lado de Ezra se encontraba vacío, pero se desvaneció rápidamente cuando escuché su voz.

—Nunca la había visto así —susurró solemne— pero si le dijera que ella está bien le estaría mintiendo, majestad.

—No quiero que me mientas – respondió la otra voz, igual de bajito. Era la de Joham—. Después de todo, tú la conoces desde hace 8 años.

—En ese caso, yo diría que ella está destrozada.

Joham soltó un quejido.

—¿Te ha contado lo que pasó? —preguntó, dubitativo.

—No, Ada no ha hablado conmigo.

—No ha dicho ni una sola palabra desde que volvió del infierno.

—Ella es fuerte, solo necesita tiempo.

Ezra me conocía bien.

—No quiero presionarla —aseguró— solo estoy preocupado. Ni siquiera tiene que hablar con nosotros si no quiere, pero me gustaría que hable con alguien. Quien sea.

—Haré lo que pueda —prometió Ezra.

—Perdona —se disculpó Joham—, no quiero poner más cargas en ti de las que ya tienes.

—Ada no es una carga para mí.

Hubo un largo momento de silencio que casi me llevó a alzar la cabeza para mirarlos y averiguar qué estaba pasando, pero no quería atraer su atención y delatarme.

—Arus me contó tus motivos, ¿sabes? —dijo Joham y yo fruncí mi ceño al escucharlo— y los respeto, pero después de verlos juntos hoy... —dudó—. Me parece que le haces bien a Ada, es todo.

—Preferiría no hablar sobre eso, majestad —respondió Ezra con la voz un poco más tensa.

—No quería parecer entrometido —se disculpó Joham—. Sabes que puedes quedarte el tiempo que quieras.

—Gracias.

—Me iré para que descansen.

La puerta se cerró con un débil clic y Ezra soltó un largo suspiro. Cerré los ojos antes de escuchar sus pasos volviendo hacia mí y me hice la dormida. El colchón se hundió detrás de mí y casi me estremecí cuando su pecho desnudo se acopló a mi espalda. Ezra y yo siempre habíamos sido dos piezas que encajaban perfectamente y yo solía pensar que éramos almas gemelas.

Claro, en ese tiempo no tenía idea de que Ezra era un hada-guardaespaldas y yo una princesa cabeza hueca.

Su mano se deslizó por mi cintura y abrazó mi estómago, para acercarme aún más a él y eso logró distraerme momentáneamente de mis pensamientos. Su cabeza se acomodó sobre la mía, dejándome a mí en la curva de su cuello, y se quedó quieto, intentando normalizar su respiración.

SunForest 4. Ada Rey.Where stories live. Discover now