Capítulo 36. Mamá y papá.

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«Mamá y papá»

La histeria de mis padres duró un buen rato, pero yo esperé tranquilamente a que dejaran de retarme y decir frases incoherentes

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La histeria de mis padres duró un buen rato, pero yo esperé tranquilamente a que dejaran de retarme y decir frases incoherentes. A lo largo de mi vida había soportado varios momentos como ése, así que ya estaba acostumbrada y sabía que lo mejor era dejar que ellos gritaran, lloraran y se desahogaran todo lo que quisieran antes de volver a hablar.

Aunque tal vez esa era la primera vez que tenían una muy buena razón para tener un ataque histérico, y eso que todavía no les contaba toda la verdad.

En algún momento Aiden y Loan decidieron marcharse para darnos más privacidad y se llevaron a Enid al castillo para que la bruja terminara de recuperarse. Al quedarnos solos, Joham se acercó a mi lado con pasos vacilantes y eso hizo que mis padres adoptivos por fin guardaran silencio.

No tardé en comprender la razón cuando, de manera simultánea, ellos me observaron a mí, a Joham, de vuelta a mí. Sabía lo que sus ojos veían: dos personas con el cabello exactamente del mismo tono rojo, no hacían falta más explicaciones.

Mamá cubrió su boca con dos manos temblorosas y sus ojos buscaron una confirmación de mi parte. Yo asentí.

—Él es Joham —lo presenté. 

Papá se puso de pie como si estuviera en medio de una amenaza, pero yo me solté de su agarre cuando intentó alejarme de Joham.

—¡Nosotros somos tus padres! —dijo dolido. 

—Yo no he dicho lo contrario —respondí suavemente, aunque calculando su reacción—. De hecho, no me han dejado decir nada en absoluto y hay muchas cosas que deben entender.

Se miraron entre ellos y yo esperé pacientemente, sabiendo como funcionaban sus mentes. Primero perdían el control y se dejaban llevar por el pánico, después, muy lentamente, comenzaban a entrar en razón. Al final, siempre me castigaban y eso los hacía sentir mejor porque les daba la ilusión de que volvían a controlar mi vida por un momento. Y tarde o temprano volvíamos al principio.

Así había sido la vez que descubrieron mi piercing en el ombligo, cuando llegué a casa borracha por primera vez o cuando sin querer me encontraron durmiendo con Ezra. Contra todo pronóstico, sonreí. Tal vez estaba loca, pero de alguna manera había extrañado nuestras peleas.

Esa sonrisa desarmó a mis padres por completo y los dos me miraron llenos de curiosidad. Yo descrucé mis brazos para correr y abrazarlos.

—Los extrañé muchísimo —confesé.

Uno de los dos acarició mi cabeza y cuatro brazos me apretaron fuerte contra ellos. Ese momento nos dio un pequeño respiro de paz y aunque cuando me separé aún estaban nerviosos, también se notaban complacidos por aquella muestra de amor.

—Explícanos, Ada —suplicó mamá. 

Joham, quien había estado inusualmente mudo hasta ese momento, carraspeó para llamar la atención de los tres.

SunForest 4. Ada Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora