Capítulo 11. Adiós Jared.

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«Adiós Jared»

Abracé mi cuerpo por debajo de la capa cuando aparecimos en el exterior, en una pequeña colina sumergida en la nieve

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Abracé mi cuerpo por debajo de la capa cuando aparecimos en el exterior, en una pequeña colina sumergida en la nieve. Estaba helando afuera, tanto que cada vez que exhalaba una nube de vapor blanco se extendía frente a mí. Mis pies, cubiertos con mis botas negras, se hundieron en la espesa nieve hasta mis tobillos. Por un momento me pregunté a mí misma qué pasaría si no lograba detener la nevada.

Los copos seguían cayendo pausadamente, atravesando el aire hasta quedarse atrapados en los árboles, en la maleza y enredándose en los cabellos de los forestnianos. Ellos estaban ahí, eran cientos y me miraban con una mezcla de curiosidad y pena. Algunos lo estaban haciendo con demasiada obviedad, como si yo fuera alguna especie de novedad.

«No te separes de mí» —dijo Joham dentro de mi mente.

Alcé mi cabeza para poder mirar su rostro, ya que su advertencia me había causado intriga y, por primera vez, me pregunté si los forestnianos podrían representar una amenaza para mí. Tal vez ellos también pensaban que yo era peligrosa.

Él no me miró, continuó serio y observando hacia el frente. Cuando seguí la dirección de su mirada comprendí porqué. En un principio no lo había visto porque los cuerpos de los forestnianos lo estaban cubriendo, pero ante la presencia de mis padres, ellos se habían retirado hasta formar una media luna para dejar el cuerpo de Jared expuesto.

Respiré hondo, aire frío que llegó hasta mis pulmones pero que no logró aclararme la mente. Él estaba flotando sobre las flores, por alguna razón, la nieve no cubría el espacio donde se encontraba... ni a las dos tumbas que estaban a su lado.

Las observé. Dos rectángulos marcados por piedras blancas y hermosas enredaderas de rosas, la primera de color rojo y la segunda rosa. Las flores estaban abiertas y enormes como si estuviéramos en primavera y no en medio de una extraña nevada. Debían estar protegidas con magia, porque el césped a su alrededor era verde, sano y los copos de nieve no lo tocaban.

Al pie de las tumbas había una piedra blanca como la cal y mucho más grande, la cual tenía una inscripción. Entrecerré los ojos para alcanzar a leerla.

"Aquí descansan Alexander Rey y Alma Castile, quienes aún viven en nuestra memoria y corazones"

No tardé en comprender, no sin cierta sorpresa, que se trataba de los padres de Amira y las palabras que alguna vez me dijo Jared volvieron a mí con increíble claridad.

«Parece ser alguien muy frágil y delicada que podría romperse en cualquier momento, pero la vida ha sido tan dura con ella que te sorprendería lo fuerte que es en el fondo y lo increíblemente valiente que resulta ser cuando la situación lo amerita»

Ella estaba de pie, a mi lado, y no pude evitar observarla con admiración. Amira mantenía la cabeza en alto y lucía fuerte, a pesar de que toda su familia se encontraba ahí, muerta, y ahora también se le sumaría su hijo.

SunForest 4. Ada Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora