Capítulo 17. Soy tuya.

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«Soy tuya»

Habíamos pasado horas en el estudio, a pesar de que no sabía con exactitud cuántas

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Habíamos pasado horas en el estudio, a pesar de que no sabía con exactitud cuántas. Al final, discutimos unos cuantos detalles más y todos nos marchamos con un remolino de emociones sin resolver. Fue mucha información y demasiado que sentir, para todos.

Joham y Amira no querían dejarme sola y me lo hicieron saber. A pesar de que no mencionaron nada sobre la nevada, ellos miraron a través de la ventana con preocupación. Sin embargo, una rápida mirada de mi parte hacia Ezra los hizo entender mi intranquilidad y me dejaron ir sin más.

En ese momento, Ezra y yo caminábamos por el pasillo que llevaba a mi habitación, en silencio. Parecía que nos habíamos puesto de acuerdo para intercambiar papeles y ahora era él quien no hablaba más.

Giré y alcé un poco mi cara para observarlo, ya que él era una cabeza más alta que yo. Su rostro estaba serio y sus ojos fijos al frente, sin reflejar una sola emoción en ellos, parecía una fría máscara tallada en piedra. Sus manos estaban en puños, pero escondidos en los bolsillos de su pantalón y caminaba controlando cada uno de sus movimientos, con pasos silenciosos y una inquietante tranquilidad. La tensión estaba reflejada en sus anchos hombros y en los músculos de sus brazos, pero nada más.

Abrí la boca. No dije nada. Volví a cerrarla. Antes, Ezra me había dado tiempo sin presionarme y lo mínimo que yo podía hacer era devolverle el favor. Contuve un suspiro y volví mi vista al frente, agradeciendo que ya estábamos a unos pasos de mi habitación. Esa tensa caminata me ponía los pelos de punta.

Sin saber muy bien qué esperar de él, abrí la puerta y no la cerré después de entrar, dándole a entender que podía pasar y quedarse si él así lo quería, aunque no estaba obligado a nada. Me detuve al cruzar el umbral y esperé un momento, intentando adivinar cuál sería su decisión. Escuché casi sin respirar el crujido de su ropa moverse detrás de mí y cerró la puerta una vez que estuvo dentro.

Inhalé aliviada, pero solté el aire bruscamente cuando dos manos envolvieron mi cintura y me jalaron hacia atrás, girándome con agilidad y cuidado hasta que mi espalda chocó con la puerta y el pecho de Ezra se apretó fuertemente contra el mío.

Alcé mi rostro, pasando saliva pesadamente. Él me estaba mirando de vuelta, con su cabeza ligeramente inclinada en mi dirección y sus ojos miel atravesando sus espesas y largas pestañas oscuras hasta llegar a mí. Las piernas me temblaron solamente con esa intensa mirada y no sabía si sentirme agradecida o no porque la máscara de granito se había ido.

Ezra siempre fue así, al menos conmigo. Increíblemente bueno para controlarse hasta en el peor momento, pero cuando se trataba de mí podía quitarse sus máscaras en un pestañeo y mostrarme todo un océano de emociones que me ponían a temblar, de la manera buena y también de la mala.

Esperaba que ese momento fuera de las buenas.

Sus manos continuaban en mi cintura para que no me moviera —aunque yo ni podía— y el vestido era tan delgado que prácticamente las sentía sobre mi piel, sobretodo cuando se deslizaron un poco más, hasta mis caderas, en una caricia suave y deliciosa que me hizo contraer los dedos de los pies.

SunForest 4. Ada Rey.Where stories live. Discover now