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25 de septiembre 1872

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25 de septiembre 1872.

White Oak Lands, Minnesota.

—¿Entonces te irás?

—No todavía —contestó Rian recostándose en el tronco del árbol sobre la manta—. Puedes venir conmigo.

Adrian se enderezó hasta sentarse frente a él con sus piernas cruzadas y retiró la semilla del durazno de su boca y la dejó en la canasta dentro de una servilleta.

—Aun me quedan unos tres años de estudio.

—Bueno, a mi todavía me falta un año, Adrian.

—El tiempo pasa rápido —susurró y cerró los ojos cuando sintió su mano acariciando su mejilla—. ¿Qué tan lejos irás?

—Aun no lo sé, pensaba ir a la Universidad de Nueva York, es de las mejores.

Quería bufar y pedirle que no lo hiciera, pero sabía que Rian debía pensar en su futuro y un lugar en la Universidad de Nueva York le aseguraría un buen camino.

Apoyó su mano sobre la suya y giró el rostro para besar su palma. Tenía la piel suave y todavía olía a las frutillas que había estado comiendo.

El día era agradable a pesar de lo cerca que estaban del invierno, debajo del sauce el sol no brillaba tan abrasadoramente y la brisa movía las ramas que caían como una cortina encerrándolos. El paisaje estaba iluminado, había mariposas y pájaros en el aire y a veces un ciervo se detenía a tomar agua a orilla del río que circulaba no muy lejos.

Rian notó la preocupación en la mirada de Adrian así que se impulsó hacia él y sin dejar de acariciar su rostro, unió sus labios. Adrian le acarició el torso y se entregó al beso como siempre hacía, disfrutando de sus labios amoldándose y sus lenguas encontrándose tímidamente hasta que acaban envueltas en la forma más intima de afecto.

—Todavía no pienso irme, Adrian y puedo elegir otra Universidad.

—Pero la de Nueva York es la más importante.

—Pero no la única que hay, puedo estudiar en Chicago.

—¿Qué tan lejos está Chicago? —se interesó.

—Como unas ocho horas en tren hasta Minneapolis.

Adrian se acomodó hasta sentarse junto a Rian con su espalda recostada en el tronco y tomó su mano para entrelazarla con la suya.

—¿Cuándo nos veríamos?

—Todos los días.

—No soy un genio en matemáticas, pero no me dan las horas.

—Claro que sí, puedo tomar las clases de las dos treinta hasta las seis treinta y conseguirme un asiento en el tren de las siete...

—Llegarías aquí como a las tres.

Vidas cruzadas: El ciclo. #2 COMPLETA. +18. BORRADOROnde as histórias ganham vida. Descobre agora