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Jonathan entró en la casa con la pequeña Adalynn de la mano y sus hijos e hijas siguiéndole

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Jonathan entró en la casa con la pequeña Adalynn de la mano y sus hijos e hijas siguiéndole. Se quitó el sombrero en la entrada y colgó su chaqueta, antes de inclinarse hacia Adalynn para poder quitarle su abrigo. Mirando en la casa, todos parecían estar durmiendo, aunque algunas velas seguían encendidas, probablemente alumbrando para cuando ellos llegaran.

—¿Podemos ir a dormir, padre? —inquirió Hardy deteniendo a los pies de las escaleras.

Asintió y los vio desfilar uno por uno hacia el dormitorio, sin hacer demasiado ruido para evitar despertar al resto de la familia.

Adalynn era pequeña, estaba delgada y era chica incluso para su edad de cuatro años. Tenía el cabello castaño y no muy largo pero repleto de rulos, su rostro era ovalado y con unos cachetes pronunciados y tenía los labios delgados y los ojos grandes y curiosos.

Marie se quedó en el salón con ellos cuando Jonathan sentó a Adalynn en el sofá.

—¿Te gusta el sofá? —le preguntó al ver como ella se acomodaba y apretaba los cojines debajo de su cuerpo. Adalynn le asintió—. Es muy cómodo verdad, a veces duermo en este sofá...

Ella recostó su cuerpo sobre un solo almohadón y entró perfectamente en ese espacio. Cerró los ojos fingiendo que dormía y Jonathan sonrió y le acarició la mejilla.

—Así mismo duermo yo ¿tú quieres dormir? —. Adalynn negó—. Tenemos mucha energía, está bien...

Cuando se puso de pie, Adalynn se aferró a un solo dedo de su mano usando las dos de ella y negó para que no se marchara. Había generado una gran fascinación hacia Jonathan que ni siquiera él podía comprender, probablemente porque él la había abrazado durante todo el trayecto al bar, acunándola en su pecho incluso cuando se dirigían hacia la casa en esa noche.

Marie consiguió que lo dejara ir y Jonathan subió las escaleras con sus pasos sonando en la madera y los tablones crujiendo bajo su peso. Se detuvo antes de entrar en el dormitorio y miró hacia sus botas y su camisa, asegurándose de que no tenía sangre a la vista.

Olivia estaba dormida en la cama, acostada de su lado con las mantas cubriéndola hasta el cuello y la ventana algo abierta. Suspiró y fue a cerrarla. En esos días que ella se enfrentaba al lento proceso de la menopausia, era normal que se destapara a mitad de la noche, abriera la ventana para refrescarse y luego empezara a congelarse y por pereza decidiera taparse en lugar de cerrar la ventana. A veces incluso se desnudaba por culpa del intenso calor que sentía. Calor que en realidad no había y solo estaba en su cabeza.

El golpe en su cabeza estaba algo mejor, se le había formado una cascara entre todo el cabello y la sangre seca y Harvie intentaba mantenérselo limpio y que sanara sin dejar cicatriz, pero a ella todavía le llegaban dolores de cabeza no muy severos y podía olvidarse de algunas cosas o repetir las mismas preguntas cien veces durante el día. Al menos los síntomas no habían empeorado.

Vidas cruzadas: El ciclo. #2 COMPLETA. +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora