Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza. Después de sobrevivir a una guerra y otros eventos que han puesto a prueba su unión y lealtad, Jonathan y Olivia se enfrentan a nuevos desaf...
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Los empleados se fueron por la puerta de empleados y la familia entró en la casa con el mayordomo, se habían llevado las maletas para acomodarlas en sus dormitorios y en la entrada, el mayordomo tomó sus abrigos y sombreros y los colgó uno por uno donde correspondía. Era una familia numerosa, pudo apreciar mientras los veía ingresar.
Y la casa era maravillosa.
Tenía una amplia entrada hacia un salón donde el piso era tan brillante que apenas parecía madera y las enormes escaleras se dividían en dos direcciones distintas para llegar al segundo piso. Quizás la decoración era un poco excesiva, con todos los cuadros y paredes doradas con ornamentos sobresaliendo, pero era la decoración que encajaba a la perfección con la casa de un Lord.
Olía a flores, como en su casa en los Estados Unidos y rápidamente notó que su hija parecía tener la misma costumbre de colocar flores en toda la casa durante cada semana. Flores que perfumaban el salón y opacaban el olor a cigarro que a veces emanaba del salón de caballeros.
Sonrió con el detalle y estrujó la mano de Amelia.
Se veía tan bella y saludable, tenía treinta y un años y su rostro tenía toda la juventud de una chica en sus veinte. Claramente la vida con Rowland le había hecho muy bien, tenía lujos a su alrededor y una buena dieta y Olivia no tenía ninguna duda de que él la cuidaba muy bien, se les notaba a leguas que era un buen hombre, tan bueno como Jonathan y apenas un año más joven que él. Que fueran tan cercanos en edad, ayudaba a explicar por qué ambos parecían aceptarse como amigos.
—Este lugar es enorme.
—También me sorprendió cuando apenas llegué —. Acarició el cabello de Alexandrina y miró el entorno con su madre—. Son seiscientas veinticinco habitaciones, de las cuales solos unas setenta son dormitorios.
Olivia soltó un jadeo y subió algunos escalones para echar un vistazo hacia el segundo piso, luego regresó con los demás.
—¿Y diriges todo esto?
—No exactamente, no me involucro tanto como tu haces en casa, normalmente dejo que los empleados se hagan cargo.
—Amelia pasa demasiado tiempo ocupada en su oficina —explicó Rowland acariciándole la espalda y ella sonrió—Estoy seguro de que no lo mencionó en su carta, pero dirige un hogar de niños.
Los ojos de Olivia se ampliaron cuando llegó a ella y la emoción brilló en su rostro.
—Es un lugar pequeño.
—No me lo dijiste.
—Quería esperar a que nos viéramos, realmente quiero mostrarte el lugar cuando estés con las energías.
—Hoy mismo estoy con las energías o cuando tu quieras, cielo, pero debes enseñármelo. ¿Cuántos niños tienes?
