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22 de agosto 1884

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22 de agosto 1884.
Hyde Park, Londres.

Olivia estaba en la mesa del salón revisando todas las telas que Jonathan le había traído, mientras él se encontraba de pie, al otro lado de la mesa, con Ada acostada al borde de esta, levantándose la parte superior de su vestido cada tanto pues Jonathan soplaba en su panza y ella carcajeaba y volvía a cubrirse rápidamente.

—Estas telas son muy buenas, Dios, que delicadas, Zenia mira... ¿No te gustaría hacerte un vestido con esto? Podemos comprar otros ocho metros si te gusta.

—¿Qué tela es? —curioseó parándose a su lado.

—No tengo ni idea, pero viste, si mi mamá estuviera aquí ahora sabría...Ay, no terminé de hacerle la carta. Yo y mi memoria —. Dejó la tela en la mesa y sus hijas revisaron todo lo que había para elegir—. ¿Cómo supiste que comprar, Jona?

—No supe —confesó, enderezándose de la panza de Ada mientras ella empezaba a tener hipo por tanto reír—. El hombre de la tienda me preguntó para que era, le dije que mi señora quería hacerle un vestido a nuestra hija de cuatro años y él me dio las telas...—. Cuando volvió a hablarle a Ada que le llamaba con su remera levantada, su voz se tornó más dulce y aguda— ¿Qué pasó? ¿Qué quiere mi princesa? ¿Vienen los pedos otra vez? Aquí vienen los pedos...

La risa de Ada inundó el salón mientras Jonathan soplaba contra su panza y cuando él se enderezó, fingió que había olor en el aire y Ada se rio con más fuerza.

—De verdad podemos hacerte un vestido con esta tela —continuó Olivia y extendió la que tenía sobre la falda del vestido de Zenia—. Te verías muy hermosa y puedes llevarla a tu próxima cena con tus hermanas ¿Qué dices? Que sea con los hombros caídos y el cuello en V hacia abajo.

—Me gusta madre y este color es muy bonito.

—Yo también quiero —protestó Elizabeth colgándose de la mesa.

—¿Tu qué? Ya tienes muchos vestidos y ni siquiera los usas. No te cuelgues de la mesa, Elizabeth.

—Si los uso, pero nunca salgo a ningún lado.

—Y ahora que eres una mujer menos —murmuró Jonathan todavía jugando con Ada.

—Pero... ¿Qué significa eso?

—Papá no nos deja salir hasta después de los dieciocho —explicó Marie—. Y si sales mamá o él debe acompañarte, la ventaja es que, si llegas a los veinticinco soltera, puedes salir sola y sin escolta, como Gwen...Perdón, no debí...

—Me da igual —contestó Gwendoline y se sentó en el sofá obligando a Jazmín y Adrian a apretarse—. Salí con Frances ayer.

Olivia dejó las telas y se enderezó para mirarla.

—Oh, Dios, soy una pésima madre, olvidé preguntarte.

—Tranquila, mamá, sé que todavía estas luchando con los problemas de memoria.

Vidas cruzadas: El ciclo. #2 COMPLETA. +18. BORRADOROnde histórias criam vida. Descubra agora