Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza. Después de sobrevivir a una guerra y otros eventos que han puesto a prueba su unión y lealtad, Jonathan y Olivia se enfrentan a nuevos desaf...
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01 de marzo 1880.
White Oak Lands, Minnesota.
Olivia caminó por la calle principal de White Oak con Elizabeth chinchando de ella para que se apurara. La nieve la hacía avanzar más lento, así como el frío y estaba intentando levantar un poco su vestido para que no se mojara. A Elizabeth no parecían importarle esas cosas, iba tan rápido como podía y tiraba de su madre para que siguiera su ritmo.
Cuando se acercaron lo suficiente a la casa como para no perderla en la distancia, dejó que corriera adelante y la vio irrumpir sin siquiera llamar a la puerta y gritar emocionada al lanzarse a los brazos de Jacob.
—¡Tío!
—¡Princesa!
Jacob la alzó en sus brazos, cargándola desde la cintura y Elizabeth le aferró desde el cuello y abrazó su cadera con las piernas. Unió sus mejillas, pegándose a él con fuerza y Jacob la abrazó y se inclinó hasta dejarla colgando de cabeza como a ella le gustaba.
—¿No has venido sola ¿verdad?
—No, mamá también viene, pero es taan lenta. ¿Qué haces, tía?
—Arreglando la camisa de Jacob, ese hombre no logra que le duren ni una semana —explicó Elisa en un susurro y rieron entre ellas mientras Jacob asomaba al porche para recibir a su hermana—. ¿Tú que has estado haciendo, pequeña?
—No mucho, el invierno es demasiadoo aburrido. No me dejan salir casi nunca porque está frío, pero mañana... ¡Uh! Mañana papá dijo que iríamos a la feria en Rochester y podré patinar en hielo. Eso es muy divertido.
—Sin duda alguna lo es. El tío y yo también iremos con ustedes.
—¿De verdad?
—Así es, quiero ver si consigo algo para abrigarnos en las noches.
Jacob esperó hasta que Olivia lo alcanzó en el porche y la recibió en sus brazos. Habían hecho el largo viaje desde la mansión para visitarlos en White Oak y estaban en la hora donde las temperaturas comenzaban a descender considerablemente.
—¿Jona vino con ustedes?
—Sí, pasó a saludar a Derby y venía. ¿Cómo están? ¿Cómo está, Eli?
—Estamos bien...Organizándonos. Nos iremos en los próximos meses.
—Lo sé —confesó entrando con él en la casa para calentarse junto a la estufa—. Jona me comentó que lo habían hablado. ¿Se quedarán hasta después de mi cumpleaños ¿no?
—Es el plan, sí. Nos iremos a los noventas, para que la edad de Eli en relación con sus padres sea la misma.
