Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza. Después de sobrevivir a una guerra y otros eventos que han puesto a prueba su unión y lealtad, Jonathan y Olivia se enfrentan a nuevos desaf...
Les recomiendo escuchar la canción I Know The End de Phoebe Bridgers.
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12 de agosto 1884. Hyde Park, Londres.
Las manos de Harvie temblaron cuando las llevó al cuello de su camisa y lo acomodó para anudar la corbata. Se detuvo, apoyándose en el tocado y apretó los ojos, derrumbándose en llanto otra vez. Inclinó su cuerpo, hasta acabar de rodillas en el suelo y se aferró al borde del tocado, presionando su frente contra los cajones, mientras intentaba preguntarse por qué debía doler tanto. Por qué Dios, de existir en alguna parte, debía abandonarlo de esa forma.
La puerta del dormitorio se abrió lentamente y Adrian entró cerrando a sus espaldas y se acercó hasta arrodillarse a su lado. Lo alejó con cuidado de la mesada hacia sus brazos y cuando Harvie se aferró a él, no se detuvo a abrazarlo de regreso.
—Estoy aquí —fue todo lo que pudo decirle—. Siempre estaré aquí.
Todo había sucedido demasiado rápido, unas horas atrás estaba besándolo y bromeando sobre sus vidas y ahora se aprontaba para enterrarlo. Ni siquiera quería enterrarlo, pues implicaba perderlo para siempre y no volverle a ver. No podía llevarlo a casa, para que descansar en White Oak, el pueblo que había ayudado a construir y tampoco podía quedarse atrás sin lastimar a los Morgan...Sin lastimar a Olivia.
Adrian le anudó la corbata y lo ayudó a ponerse la chaqueta y abrocharla, pues solo no habría podido y cuando dejó la habitación de Olivia y bajó las escaleras para ir al salón se encontró con todo el mundo esperando por él, vestidos de negro y flaqueando el camino que le llevaría hacia el carro para ir al cementerio.
La señora Mitchell tomó su mano cuando Harvie alcanzó los pies de la escalera y con lágrimas en los ojos lo miró.
—Lo lamento tanto, doctor Aston, el señor Harrell era un gran hombre y todos sabemos que lo amaba mucho, señor.
Asintió, incapaz de poder reunir palabras para responderle y continuó caminando entre las personas hasta la puerta abierta de la casa. Derby lo esperaba junto al carro con Chester y Kyle. Este último lo abrazó con fuerza cuando Harvie llegó al coche y se confortaron mutuamente.
Harvie podría haber sido el amor de Darion, pero Kyle había sido su mejor amigo durante toda su vida, el dolor que ambos sentían era igual de desgarrador.
—Le diste una gran vida —aseguró Kyle sin soltarlo—. Lo hiciste feliz y le permitiste construir un hogar que sin ti jamás habría podido...Ja...Jamás podré terminar de agradecerte por eso, Harvie...Está feliz en el cielo, sé que sí.
Volvió a asentir, pues no sabía que decir y cuando Derby abrió la puerta, subió en el carro, pegándose a la ventanilla y Adrian subió a su lado, con Olivia y Elizabeth, llevando a Ada en sus brazos y otras de sus hijas.
Todas iban de negro y muchas continuarían a vestirse de negro por los siguientes días e incluso meses mientras superaban la muerte de Darion. Desde los guantes hasta el sombrero, Olivia incluso se había quitado su collar de perlas blancas con la gema para que no hubiera un color en su atuendo y sus ojos todavía estaban rojos por haber llorado.
