Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza. Después de sobrevivir a una guerra y otros eventos que han puesto a prueba su unión y lealtad, Jonathan y Olivia se enfrentan a nuevos desaf...
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25 de julio 1884. Hyde Park, Londres.
Hyde Park tenía cientos de caminos interconectándose, algunos de tierra y otros de grava, entre los caminos se encontraban pedazos extensos de tierra embellecidos con plantas y árboles. La gente podía tirar una manta para un picnic, alimentar a los patos del lago o simplemente sentarse en uno de los tantos bancos a lo largo del camino y charlar, disfrutar del paisaje y conocer personas.
En la temporada había demasiada gente reunida en Hyde Park, tantos que podía ser algo abrumador.
Olivia bajó del caballo, después de haber dado unas vueltas por el parque con sus hijas y se detuvieron para descansar en unos bancos al lado del camino.
Había muchos hombres y mujeres en la zona, aunque sin rastro de Jonathan por supuesto, él prefería huir tan lejos de ese caos como fuera posible. La gran mayoría de hombres que paseaba por el parque buscaba entablar relaciones para encontrar el amor o simplemente charlaba con amigos y se reunían para recuperar el tiempo perdido durante el invierno. Las mujeres querían prepararse, saber con quien hablar para encontrar el marido perfecto. Todo era responsabilidad de las madres.
Ellas entablaban las conexiones, una madre se enteraba por medio de charlas que una mujer importante, quizás una duquesa, tenía un hijo, que era Lord y estaba soltero, entonces esa madre, enviaba flores a la duquesa, quizás le ayudaba con algunas tareas o la invitaba a tomar el té y de esa forma conseguía que la duquesa le invitara a ellas y a sus hijas a un baile, un baile donde el joven Lord estaría presente y con algo de suerte, el Lord se fijaría en una de sus hijas y tendrían una boda. Todo estaba en las conexiones.
Pero Olivia podía reconocer que tenía la tarea mucho más fácil, pues con su gran debut ante la reina, la gente quería hacer conexiones con ella y no a la inversa.
Apenas se habían sentado para descansar y se estaban refrescando con sus abanicos cuando una mujer se acercó algo discreta, saludándolas desde la distancia mientras cruzaba el camino de grava y les sonrió al alcanzarlas.
—Señora Morgan, que bella se ve esta mañana.
—Oh, muchas gracias —. Sonrió, algo sorprendida por la repentina aparición y se sentó al borde del banco—. Usted también se ve muy hermosa, señora. ¿En que puedo ayudarla?
—Nada, nada, solo deseaba entregarle una de estas flores, para usted y sus hijas —. Marie y Zenia se miraron cuando tomaron dos de los ramos de flores rojas y unas enormes sonrisas pintaron sus rostros—. Estamos muy encantados de tenerla de regreso en el país, señora Morgan.
—Muy amable de su parte y estas flores son bellísimas, muchísimas gracias, señora...
La mujer sonrió como si hubiera conseguido su cometido; que le preguntara su nombre.
—Marfont, Florence Marfont.
—Gracias, señora Marfont.
La mujer se marchó rápidamente y cuando quedaron solas, las hijas de Olivia empezaron a reírse y tuvo que chitarles para que se comportaran, aunque ella misma estaba al borde de las carcajadas.
