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14 de julio 1880

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14 de julio 1880.
White Oak Lands, Minnesota.

Keiran se sentó en la pequeña mesa de la cocina que tenía en la casa que le habían dado (y la cual ahora era suya) y esperó mientras Emma terminaba de cocinar. Acababa de llegar de un día haciendo los mandados de Jonathan y todos sus amiguitos. Lo tenían de mascota y no era ningún tonto como para no darse cuenta, imaginaba que era la forma de hacer su vida miserable por haber elegido quedarse con Emma. Su otra forma de hacerlo miserable era impidiéndole enviar una carta a sus viejos amigos, quienes probablemente ya habían perdido esperanzas de encontrarlo con vida.

Apartó su sombrero de la mesa cuando Emma le sirvió un plato con estofado y empezó su comida.

Ella insistía en visitarlo todos los días en lugar de esperar a qué el la visitara en la mansión, lo cual a Keiran no le molestaba, les daba más intimidad, pero también evidenciaba que él no tenía nada para ofrecerle; ella se paseaba por la cocina con su elaborado vestido de color azul marino y la cocina parecía un basurero que desentonaba completamente con su belleza. Él parecía un basurero.

—Mira, traje este libro para practicar lectura. Es de mi hermana Lizzie, así que no podemos rayarlo porque todavía lo está usando, pero al menos podemos practicar.

—No me gusta mucho la idea de que me enseñes, Emma.

—¿Por qué no?

—Porque pensaras que no sirvo para nada y no quiero.

—Jamás pensaría eso de ti, Keiran.

—Lo harás tarde o temprano —aseguró encogiéndose de hombros y se concentró en su comida—. Practicaré yo solo.

Emma dejó el cuaderno a un lado y se inclinó hacia él para sujetarle el rostro desde las mejillas y levantarle la cabeza para que la mirara. Él lo hizo mientras masticaba la carne del estofado.

—Debes confiar en mí, porque si no lo haces jamás podremos ser una pareja como decidimos serlo.

—No sirvo para esto de ser pareja, Emma. No puedo dejar de pensar en que soy un perdedor que no te puede dar nada y me siento aún peor con mi vida de lo que me sentía estando en las calles.

—Pero dijiste que eras feliz aquí.

—Y lo soy...Lo era, pero ahora que nos hemos puesto más serios ya no estoy seguro. No quiero que la gente se ría de ti porque tu novio solo sabe contar hasta veinte.

—Keiran, no importa lo que la gente piense, solo somos nosotros dos —. La miró a los ojos cuando ella apretó sus manos y dejó la cuchara en el plato para tomarla en las suyas y besar sus nudillos—. Me haces feliz y si yo también te hago feliz, no veo motivo alguno para que no estemos juntos.

—Eres una estúpida por elegirme a mí cuando podrías haber elegido a un hombre importante y adinerado.

—Supongo que lo soy, pero no quiero a un hombre importante y adinerado que me trata como una princesa sin cerebro. Te quiero a ti, mi apasionado y bruto caballero que me trata como una puta princesa.

Vidas cruzadas: El ciclo. #2 COMPLETA. +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora