Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza. Después de sobrevivir a una guerra y otros eventos que han puesto a prueba su unión y lealtad, Jonathan y Olivia se enfrentan a nuevos desaf...
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03 de julio 1884.
Nottingham, Inglaterra.
Olivia llevaba uno de los vestidos para estar en la casa, que tenía la falda un poco más larga y una delgada cola arrastrándose a sus espaldas. Era en tonos dorados con una chaqueta azulada y como de costumbre se ajustaba todo a su pequeña cintura con el corsé marcando su figura y alzando sus senos.
Llevaba a Rosabel en sus brazos, la más pequeña de los Kimberly, quien iba entre sueños y cuando abría los ojos, le enseñaba unos hermosos irises celestes. Realmente se parecía a su padre y le parecía demasiado tierna. Cabía perfectamente en sus brazos y sus gruesos labios se estrujaban en un puchero cuando se removía mientras dormía y luego los abría y cerraba un par de veces como si saboreara el aire.
Se sentó en el sofá del salón, que se encontraba junto a la estufa encendida y tenía las paredes cubiertas de libros gruesos y aburridos sobre historia y leyes y acostó a Rosabel contra su pecho.
Parecía estar a segundos de despertar, pero entonces se volvía a dormir y Olivia sonreía y la mecía en sus brazos para que pudiera descansar.
De momento estaban solo ellas, temprano en la madrugada, esperando a que la familia despertara. Había acabado con Rosabel en sus brazos para consolar su llanto antes de que despertara a Amelia, sentía que su hija necesitaba descansar y ella estaba acostumbrada a despertar a las seis, pues siempre lo hacía en la casa para aprontar a sus hijos para la escuela.
Estaba meciendo a Rosabel por el salón, dando vueltas en círculos y tarareando una canción, cuando Rowland asomó en la habitación y le sonrió.
—Imaginé que estaría con usted.
—Es tan tranquila —. Rowland se detuvo a su lado para echar un vistazo a su hija y le acarició la mejilla sonrojada—. ¿Amelia sigue durmiendo?
—Sí, es mejor que continúe durmiendo hasta la media mañana, no pudo descansar mucho anoche con Alexandrina y sus pesadillas. ¿Ya ha desayunado? —. Negó y se sentó otra vez en el sofá, mientras él hacía sonar la campana en la sala de empleados—. ¿Qué planes tiene para esta tarde, señora Morgan? Parece ser que hará un lindo día.
—Eso parece, sí. Seguramente salga a caminar con Jonathan y tal vez recorramos la ciudad. Nottingham es realmente hermoso en estas fechas.
—Lo es y todavía guarda mucho de su historia —. La puerta se abrió y Rowland se giró hacia el mozo que asomó—. La señora Morgan y yo desayunaremos en el salón, asegúrense de agregar un lugar para el señor Morgan, dudo que tarde en levantarse.
—Por supuesto, milord. ¿Necesita algo más?
—No, eso es todo, muchas gracias —. Cuando el hombre se retiró cerrando la puerta, Olivia le miró—. ¿Abrumador?
—Tal vez un poco. ¿Cómo debería dirigirme al hablar con tu madre? ¿Duquesa? —. Rowland asintió y se sentó en el sofá frente a ella—. Me alegra la idea de conocerla, aunque reconozco mis nervios.
