Epílogo.

11.2K 880 383
                                    

Bangkok, Tailandia.

Las mañanas siempre han marcado un antes y un después de cada día de la semana, marcan una enorme diferencia entre lo que hiciste por la noche, a lo que puedas hacer en cuanto abras los ojos; si pasaste una terrible noche, la mañana te lo recompensa con un agradable despertar, si dormiste junto al amor de tu vida, la mañana te lo recompensa con un cálido abrazo, si tuviste una pésima noche y discutiste, la mañana te ayuda a iniciar con el pie derecho.

Sin embargo, no muchos lo piensan de ese modo, algunos despiertan de mal humor simplemente porque deben afrontar un nuevo día, muchos insultan en cuanto el sol comienza a aparecer porque deben ir a trabajar, y otros, se quedan en la cama mirando un punto fijo en su techo, debatiendo en su propia mente para saber si es realmente importante levantarse.

Las mañanas siempre son algo nuevo para las personas, y algunas veces, se aprovechan para arrepentirse de sus decisiones.

Freen rodaba una y otra vez por su enorme cama, quitándose la manta y luego volviendo a cubrirse, sintiendo la mirada de Bonbon sobre ella, como si tratará de decirle "por favor, quédate quieta." Para ella era difícil mantener la calma, era difícil no pensar una y otra vez en aquella mujer que ahora era dueña de sus sueños.

Aquella mujer que ya no estaba a su lado.

Freen se preguntaba porque había tomado aquella decisión, se arrepentía una y otra vez de no haber pensado las cosas con más calma, sin embargo, ya estaba allí, y estaba sola.

Tenía muchas ganas de llorar en ese instante.

Bonbon miraba a su dueña, aquella mujer que había interrumpido su sueño porque no podía quedarse quieta en su cama, él probablemente deseaba sacarla de allí y aprovechar el cómodo colchón.

Freen se mueve una última vez y suspira, sentándose en el colchón, pasando una mano por su rostro, analizando la situación en la que se encontraba, probablemente quien la viera pensaría que estaba cayendo en la locura; rindiéndose al final, decide salir de la cama e ir directamente al baño, lavando su rostro y cepillando sus dientes, completamente rendida ante aquella situación, sabía que sería duro, pero jamás imaginó que quisiera arrancarse los ojos de solo estar en aquella mansión, sola.

Al salir del baño, peina su cabello un poco y busca una sudadera para cubrir su cuerpo, pues la mansión tenía tantas ventanas, que las ráfagas de aire se colaban por cualquier lugar, haciendo del sitio mucho más frío de lo que ya era. Se acercó a su meza de noche y tomo su teléfono, observando la hora, notando que no tenía ningún mensaje, ninguna llamada.

Odiaba aquella soledad, se supone que debia de estar acostumbrada, pero no podía.

No después de la compañía de Becky.

Bonbon se cubrió con las mantas y Freen supo que él no la acompañaría hasta la cocina, así que sin más por hacer, decidió caminar en silencio por aquel lugar, recordando todo lo que pasó en esa mansión, imágenes agradables llegando a ella, haciéndola sonreír entre cada escalón que bajaba, sintiéndose con anhelo.

A pesar de que fueron muchos los años que pasó fuera de aquella mansión, justamente por los malos recuerdos, había decidido regresar al menos una última vez, pues en ella habían pertenencias que Freen quería atesorar siempre.

Al dirigirse a la cocina, decidió prepararse un poco de café, para tratar de cambiar aquel mal humor que había en ella, al mismo tiempo, sintiéndose tonta por tener ese tipo de sentimientos en su cuerpo, pues aquella soledad era algo que debía anticipar desde hace mucho, sin embargo, era complicado, pues jamás imaginó que le arrebataran nuevamente aquella compañía que tanto amaba.

Strangers. (FreenBecky)Where stories live. Discover now