Capítulo 2

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Avancé por la calle hacia la mejor heladería que conozco por aquí y no tan lejos, por cualquier cosa.

No pude voltear a verla, en cambio, al pasar delante de un establecimiento con puertas de vidrio, vi su reflejo y me di cuenta de que le incomoda la gente. Como si le fueran a hacer algo. No van a robarle, si eso es lo que le preocupa.

Ya en el sitio correcto, ingresé, detuve la puerta para ella y nos acercamos al mostrador.

Ciao —saludé, a lo que la empleada me sonrió.

Buonasera, che cosa vi porto?

—Amm —revisé la lista de helados—. ¿Qué se te antoja? —le pregunté a Jane. Observó la lista y, no demoré mucho en darme cuenta de que quizá no entiende lo que dice, tal vez no habla italiano—. Si me permites, los cinco chocolates son muy buenos, ¿quieres? —sugerí. Al acceder con un movimiento de cabeza, me volví a la empleada—. Cinque cioccolatini e mirtilli.

In un attimo —respondió.

—Vamos a... sentarnos —le señalé una mesa, a donde se dirigió y tomó asiento al mismo tiempo que yo.

Esperaba que conversáramos mientras estaba la orden, solo que empezó a observar el lugar. Tal vez le gusta o algo le llamó la atención.

Dios, estar con ella es como estar con un gato. Así se portaba Chu cuando recién la llevé a mi casa.

Miró al techo, estirando el cuello, por lo que yo también miré a donde ella, pero no parece que ahí haya nada interesante. Más vale que no sea de las que ven cosas.

¿Será de esas personas liadas con temas esotéricos? Eso justificaría su aura fantasmal.

Bajó la cabeza y, de pronto, me miró a los ojos. Mi corazón se aceleró en ese momento.

—No hablas mucho, ¿verdad? —pregunté lo primero que se me ocurrió y solo para que dejara de mirarme—. Oh, no es que me desagrade. Veo que eres algo antipática.

Que no respondiera, me dijo que no debí haberle dicho «antipática», no es que sea mentira, sino que fue descortés, lo acepto.

La insulté.

—Linda, ¿puedes decir algo?, lo que sea —supliqué—. No te preocupes, si no es con mala intención, no pasa nada —intenté sonar relajada. La verdad es que está empezando a darme miedo.

Trajeron nuestros pedidos y ella se dedicó a su helado, parece ser que le gustó. Comí una nuez y esperé un poco para volver a intentar conversar con ella.

—Como Flor te dijo, soy alumna de Colec... —le conté antes de comer un poco de helado—. Antes iba a la universidad, pero la dejé porque no me gustaba. Colec me comparte sus técnicas y me deja crear mi propio arte, algo que en una escuela no te permiten hacer. No planeo vivir vendiendo pinturas —me reí de mí misma—... Bueno, sí, pero quiero abrir una galería de arte, tal vez aquí..., aunque dicen que Madrid es un buen lugar. —Tal vez lo estoy haciendo bien, parece que está prestándome atención. Entonces voy por buen camino—. Tú..., ¿estudias? —Claro, no respondió. Mejor sigo hablando yo—. ¿Preparatoria? —intenté verla a los ojos—. ¿Cuántos años tienes? ¿Dieciocho? —Que no respondiera, significa que sí—. A esa edad yo quería viajar por el mundo, con mi novio —sonreí al recordar aquellos años, aunque fue hace casi tan solo un año—. No parece que tú...

Me asustó que expresara molestia, frunciendo el ceño. No estoy segura de qué de todo lo que dije fue lo que la hizo enojar.

De acuerdo, creo que esto no está saliendo bien. Definitivamente, no le agrado y no tiene ganas de hablar conmigo. No creo que siquiera le haya gustado ese helado, porque no comió más.

Es mejor terminar con esto.

Me tomé un momento para pensar en cómo irnos sin que se viera grosero de mi parte. Quizá puedo decirle que me surgió algo importante.

Excelente.

Saqué mi teléfono y abrí mensajes de texto pasados, además saqué mi cartera para pagar.

—Tengo que ir con mi mamá a comprar los ingredientes de la cena —mentí—. Vamos, te devuelvo con Flor.

Pagué y enseguida nos retiramos.

El camino de regreso fue exactamente igual que el de ida. Pudo siquiera haberme dicho que no quería que la acompañara, aunque Flor me la encargó y tenía que dejarla en la puerta de su casa, por lo menos.

—Nos vemos luego —me despedí ya en la vivienda y casi, casi me fui corriendo.

Mi teléfono sonó. Lo saqué y alenté el paso.

Acepté la llamada al ver que era Enzo.

¿Dónde estás?

—Buenas tardes —respondí en tono sarcástico.

Te fui a buscar a tu casa y no estabas.

—No, estaba con Flor, ella y Colec acaban de regresar.

Ah, sí... —divagó sin un poco de interés.

—Nos vemos luego, ¿sí? Voy a ayudar a mamá con la cena.

Linda, sé que tu madre está en Francia.

—Sí —suspiré—. Nos vemos —dije y colgué.

Antes de llegar, saqué mis llaves y abrí la puerta.

En cuanto entré y Chu no se apareció, supuse que había escapado otra vez. Suele salirse por el balcón y ya dejé de intentar bloquearle el paso, igual siempre regresa y sin hambre.

Subí a mi habitación, me retiré los zapatos y los aventé por ahí.

Tomé el cuaderno de esta mañana y me dispuse a terminar el boceto. La verdad es que no me faltaba mucho, más que un par de detalles en las sombras, pero no pude visualizarlo en mi mente como para reproducirlo, porque lo que estaba en mi cabeza ahora era el rostro de esa chica.

Jane.

A pesar de todo, era realmente linda. 





Nota de la autora ☄️:

Paralelo Capítulo 5 - Viraha

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Où les histoires vivent. Découvrez maintenant