Capítulo 40

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Tuve que quedarme afuera mientras Rebecca entraba a ver a Flor. Antes le pregunté si quería recibir a su madre y dijo que sí. Me sentí muy mal al ver que pareció esperanzada de que su familia viniera a verla, porque estoy segura de que no tienen buenas intenciones.

He estado afuera, paseándome con mucha ansiedad. No debí haberlas dejado solas.

Me senté en una silla y justo escuché un grito, por lo que, sin pensarlo y sin consideración, entré a la habitación.

Rebecca estaba a los pies de la camilla, mirando sin expresión alguna a Flor, quien lloraba desconsolada, cubriéndose la cara.

Me tensé tanto que apreté las manos.

—Le pido que se vaya —me dirigí a la señora, quien me miró con desdén.

—¿Tú quién te crees que eres para...?

—O se va o llamo a seguridad —amenacé seriamente y, luego de echarle un vistazo a su hija, se retiró como si nada.

Una vez que cerró la puerta, fui corriendo con Flor, subí a la camilla y la abracé como ella a mí hasta que dejó de llorar, mucho tiempo después.

Eso no fue todo, Rebecca continuó viniendo casi a diario, durante una semana, solo que conmigo presente, pues Flor insistió con permitirle la entrada y, ya que la había complacido con eso, me negué a dejarlas solas. Tenía que tolerar el llanto de Flor provocado por su propia madre.

Es horrible cada palabra que sale de la boca de esta mujer: que si es su culpa por desobedecer a su familia, que de haber escogido al viril italiano que Giovanni le presentó esto no habría pasado, que son los planes de Dios, que la sangre no debe mezclarse... En cuanto dijo que era evidente que había algo mal con la familia de Colec, señalándolo a él y a Jane, me importó muy poco quién fuera Rebecca; en cuanto salió, me le planté enfrente.

—No regrese —decreté mirándola con odio. Ella nada más sonrió con burla.

—No eres nadie para prohibirme ver a mi hija...

—Su hija acaba de perder un hijo, créame que no necesita que se lo recuerden. Hágale un favor y no regrese.

—... No puedes hacer nada —amenazó y me pasó de largo para irse.

Por un momento, me quedé con la vista fija en el piso.

«Claro que puedo hacer algo», pensé.

Fui a recepción a preguntar con quién tenía que hablar para prohibirle la entrada a una persona.

...

A la semana y media, Flor ya nada más estaba en observación y están por darle el alta, en unos cuantos días. Aunque veo que ya quiere irse de aquí.

Estaba secándole el cabello luego de la ducha, lo cual no nos toma mucho tiempo, porque no es tan largo, en cambio, ha crecido un poco y creo que ya no piensa volverlo a cortar.

—¿Te acuerdas cuando me lo quemaron? —preguntó de espaldas, a lo que me reí.

—Se te veía lindo...

—Mentirosa —rio. Recuerdo que fui yo la que se lo cortó y arregló cuando un mal tinte se lo encrespó.

—A mí me gustaba, te parecías a Patricia Teherán.

Se carcajeó.

—Me gusta corto, pero mi cabeza se enfría mucho.

—¿Lo vas a dejar largo?

—Un tiempo —Terminé de secarlo y cepillarla, entonces se acomodó hacia enfrente. Yo me quedé a los pies de la cama, guardando todo el material estético—. ¿Cómo están Colec y Jane?

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now