Capítulo 17

447 31 11
                                    

Con Bianca estábamos entreteniendo a los niños, indicándoles los materiales básicos que van a necesitar, además de los horarios de las clases. Todo lo que les dijimos fue lo que ya sabíamos, porque Colec va a tener que darles otras indicaciones específicas.

Flor está platicando con uno de los niños, como es su costumbre, pues le encantan los críos y conversar. Por otro lado, Jane se quedó desde que trajo la última charola de bocadillos y ha estado sentada en una silla alta, mirando su teléfono.

No ha desaparecido la sensación de querer gritarle que me ponga atención o que siquiera me voltee a ver.

—Te apuesto que está comprando armas por internet —masculló Bianca, refiriéndose a Jane.

—Ya basta —la regañé.

—Júrame que no ves lo rara que es —repuso y miró por un momento a Jane—. Personas como ella, son morbosas y de sangre fría.

—No la conoces, no puedes decir eso.

Miré hacia el frente y vi a Massimo haciendo una bolita de papel, no le tomé importancia hasta que se lo lanzó a Jane y ella lo atrapó antes de que la golpeara. La tomó con dos dedos y la observó, para ver lo que era, solo que, al no ser de su interés, dejó el papel en la mesa y continuó con su teléfono.

En cuanto Colec llegó, Jane se fue sin avisar. No quería que se fuera, sin embargo, tampoco me agrada el incómodo ambiente que hay con ella y Bianca en un mismo espacio, así que supuse que era lo mejor.

Colec les dio indicaciones, pues hoy no habrá una clase en sí, más bien se presentaron, entraron en un ambiente en confianza y conversaron sobre sí mismos. El trabajo vendrá después.

Preferí no volver a mencionarle la cita a Jane y solo dejarlo por la paz.

...

El aroma que hay en la casa de Flor la hacía vomitar, por el asunto de su embarazo, por ello, la mujer pasaba mucho tiempo en el sanitario o fuera. Le ofrecí ir a mi vivienda, solo que ahí hay mucho desastre y nunca hay nada para comer, así que no me tomó la palabra.

Colec me dejó a cargo de una clase, mientras él iba a comprar unos pinceles que necesitaba. Bianca no vino hoy y pensé que podía decirle a Jane que viniera a ayudarme..., es que todavía no sé cómo hablar con ella.

—¿Podemos usar esas pinturas? —preguntó una niña señalando hacia el estante de pinturas ordenadas alfabéticamente. Nunca nadie las había acomodado así.

—Todavía no —respondí.

—¡Pero...! —como berrinche, empezó a dar brincos hacia atrás y golpeó a Massimo, quien iba camino al fregadero a dejar el frasco de vidrio donde les dimos pegamento para el trabajo de hoy.

Además de soltar el frasco, calló de rodillas, lastimándose con los pedazos esparcidos por el suelo. Todos los niños corrieron a las esquinas escondiéndose de los escombros.

—No se acerquen —les dije—. Quédense ahí —ordené y ayudé a Massimo a sentarse en el piso.

—¡Me duele! —gritó empapado en lágrimas.

No sé qué hacer, tiene la rodilla ensangrentada y todos están llorando y gritando. Tomé aire para tranquilizarme. A ver, necesito material de curación.

—No te muevas, ¡nadie se mueva! —me dirigí a todos—. Regreso en un momento.

Salí y subí corriendo hasta la cocina, buscando a alguien que me ayudara. Me encontré a Jane en la cocina.

—¿Dónde está Fiorella? —pregunté muy asustada.

—No sé —contestó sin siquiera mirarme. Justo ahora no me sirve de nada su antipatía.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now