Capítulo 59

347 30 7
                                    

Entré a la cocina, mirando al piso, luego, poco a poco junté valor para mirar a Elvira a la cara.

—No sabes cómo lo siento —murmuré no porque no me importe, sino porque sigo teniendo el nudo en la garganta.

—... —me miró severamente, luego volvió a la cena que estaba preparando.

—De verdad... —volví a llorar—. Estoy muy arrepentida. Me voy a disculpar con Felix, pero también tenía que hacerlo contigo —me limpié las lágrimas—. Perdóname, por favor.

—Entiendes por qué estoy molesta —afirmó.

Asentí.

—Sí y tienes toda la razón. Jamás debí haberle gritado, mucho menos tratarlo así... y sé que no tengo justificación...

—Ve a disculparte —indicó—, y si mi hijo no acepta tu disculpa, no lo voy a hacer yo.

Tomé una servilleta para limpiarme y asentí.

Es que ya intenté hablar con él, pero, desde que llegamos, se encerró en su habitación y no me ha querido abrir.

Igual tenía que seguir intentando, hasta que aceptara verme.

Llamé a su puerta durante más de media hora y nada, ni siquiera Chu daba señales de vida.

—Felix, por favor —supliqué hablándole a la puerta.

Me levanté del suelo cuando escuché que quitaba el seguro. Abrió, con Chu en brazos y me miraba hacia arriba sin soltar la puerta.

—¿Podemos hablar?

Asintió al soltar a Chu.

Entró, a lo que lo hice yo también. Dejé la puerta abierta para que no pensara que algo le iba a hacer.

Él se sentó en la orilla de su cama y yo en la alfombra, hacia él.

—Primero..., perdóname por cómo te traté. No hiciste nada, todo fue mi culpa.

—... —movió los pies, que no tocaban el suelo. Solo miraba sus manos juntas entre sus piernas.

—Felix, yo... —empecé a llorar—. Esa pintura es muy importante para mí. La hice por alguien a quien yo amaba... mucho —Finalmente me miró—. Fue la primera y única persona a quien yo he amado así y esa pintura es todo lo que me queda de ella... —me cubrí la cara cuando rompí en llanto y agaché la cabeza.

Creí que ya lo había superado, que las lágrimas se me habían acabado, pero no. Todavía me duele como el primer día.

Respiré hondo cuando sentí su mano en mi cabeza.

Al mirarlo, lo vi sentado delante de mí, igual, con las piernas cruzadas debajo de él.

—Te perdono, Lía —dijo.

Me limpié la cara.

—¿En serio?

—Sí, pero no me gusta que me griten.

Me reí, negando con la cabeza.

—A mí tampoco. Te juro que jamás lo voy a volver a hacer. Y en serio lo siento, desde el fondo de mi corazón lo siento.

Se acercó a abrazarme y traté, pero no pude evitar volver a llorar. Dejé su suéter lleno de lágrimas.

Elvira aceptó hablar conmigo luego de que Felix le dijo que estábamos bien y le expliqué lo de la pintura, por qué era tan importante para mí y por qué reaccioné así.

Ella siempre ha sabido escuchar, solo que tiene una actitud muy dura con respecto a las cosas en las que no está de acuerdo.

—Puedo entenderlo —habló cuando terminé de hablar yo—, pero lo que no puedo entender, ni aceptar, es que traten así a mi hijo.

—Tienes toda la razón y no voy a intentar seguir justificándome, solo... Creí que ya lo había superado...

—Pero es evidente que no —completó.

—No —reconocí—. Y otra vez va a tardar en dejarme en paz todo esto.

—Lía, creo que no vas a poder avanzar hasta que no te reconcilies con el recuerdo de Jane.

—¿A qué te refieres?

—Ella se fue, se la llevaron, por lo que entiendo —corrigió—, no terminaron con su relación. Estás tratando de aceptar que Jane se fue, aferrándote todavía a su relación.

—Yo sé que se terminó...

—¿Estás segura? —preguntó.

Cerré los ojos y emití un suspiró.

—Necesito pensar. Y otra vez perdón, a los dos —dije antes de retirarme de la cocina.

Subí a mi habitación, me acosté en la cama y pasé horas mirando el techo, pensando en lo que Elvira me dijo.

Creo que tiene un punto.

Sigo considerando a Jane parte de mí y de mi vida, viviendo con el hecho de que ella está allá y yo aquí.

No, no he terminado con ella.

...

Bianca se sentó a mi lado, se cruzó de brazos, además, subió una pierna sobre la otra y creo que escuche un bufido.

—Todavía te puedes arrepentir —dije.

—¿Y dejarte sola? —se quejó.

Enzo llegó casi corriendo.

—¿Ya llegó? —preguntó.

—Sí, ya llegué —Pauline apareció justo detrás de él—. A ver —mandó—. Júntenme toda su cooperación que un viaje a México no sale nada barato.




Nota de la autora ☄️:

¿Qué? La vida de Lía daba para su propia saga ❤️

Pero todo estará en esta misma novela 🥀


[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora