Capítulo 66

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El sobresalto no me dejó hacer nada, más que no moverme en lo absoluto, hasta que se apartó.

—¿Puedo besarte? —preguntó a un centímetro de distancia y todavía mirando mis labios.

—... ¿No debías preguntar primero? —estoy temblando y empeoré cuando me miró a los ojos.

—Si dices que no, por lo menos ya tuve uno.

Agaché la cabeza y me reí.

Me humedecí los labios, tomando valor para volver a mirarla.

Sus ojos atravesaban los míos.

Era yo lo único que ella veía.

Respiré tranquila.

Miré sus labios y me acerqué, igual que ella, tomando el permiso que yo le daba y, a su vez, yo tomé el que ella me dio a mí.

Mis labios y los suyos volvieron a encontrarse.

Yo ya estaba cerca de ella, igual me sujetó de la cintura y empujó un tanto mi boca con la suya, buscando más.

Abracé su cuello e hice lo mismo. Ella no era la única que quería más.

Sus labios fundiéndose con los míos, me llenó el cuerpo de electricidad, al mismo tiempo que el mundo se detenía y mi estómago cosquilleaba.

Sí, todo eso es Hollywood hablando, pero existe.

Yo lo puedo probar

Cuando volví, mientras empacábamos todo, en el camino, durante el vuelo y en el traslado del aeropuerto hasta mi casa, no dije una sola palabra.

Yo seguía platicando con las mariposas en mi estómago.

El sábado, fui temprano a comprar croissants y llegué con Felix a casa de Colec y Flor, para entregarles sus llaves y pedírselas nuevamente, para la próxima semana.

—¿Volverás sola? —me preguntó Flor, sirviendo café.

—Sí y... pensaba quedarme un par de días más.

Me miró.

—Conozco esa cara, Lía.

Me ruboricé.

—Tengo muchas ganas de contarte, pero no sé si sea buena idea, por Jane —murmuré.

—Cariño —tomó asiento—, lo que sea, me lo puedes decir. Si no quieres que involucremos a Jane, no lo hacemos.

Tomé aire.

—Es que conocí a alguien, en México. Se llama Iris —susurré. Me alivió muchísimo que Flor sonriera.

—Lía, no sabes cuánto me alegro por ti, pero...

—La he visto, poco, hablamos, mucho —empecé a explicarle porque veo su duda sobre la distancia—. Y... —miré a la nada—, no tengo esa ansiedad de necesitar verla todos los días. Me da mucha tranquilidad saber que está ahí.

Sonrió, con melancolía.

—Entonces, ¿es una relación a distancia?

—Todavía no aclaramos qué relación hay, pero sí —respondí—. Mira, por mucho que intento no pensar en esto, tengo presente que a Jane la quería ver todos los días, a cada segundo y me estresaba no saber lo que estaba haciendo o lo que pensaba. Con Iris es diferente, porque sé que, lo que quiera saber, ella me lo va a decir. Saber que está ahí me ha dado la tranquilidad que no había conocido nunca.

—Es normal que sigas pensando no tanto en Jane, sino en lo que ella te daba y en lo que vivieron juntas —dijo de antemano—, pero, poco a poco vas a dejar de pensar en lo que Iris no tiene de Jane y ver todo lo que ella te puede ofrecer. Además, también vas a tener que darle la mejor versión de ti.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora