Capítulo 54

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—¡¿Dónde está?! ¡¿Dónde está esa perra?! —Pauline entró a mi casa rompiendo el aire, como si nada, de paso, arrastrando la maleta que traía.

—Pau... —intenté llamar su atención.

—No —sacudió su larga cabellera blanca—, déjame que la mato...

—¡Ya basta! —lo calmó Bianca.

Las dos estábamos solas en mi casa, en la cocina, y esperábamos a Pauline. Sabía que vendría, pero no tenía idea de que sería hoy y mucho menos que tuviera la intención de arreglar cuentas con Jane.

Adelantó su viaje un par de días porque precisamente antier le conté lo que pasó, de hecho, él me habló para advertirme de que Jane estaba casada e, igual que Bianca, lo supo muy tarde.

Me aproximé a Pauline, le retiré el manubrio de la valija y la dejé a un lado. Extendí los brazos y lo abracé, al igual que él a mí.

—Corazón —susurró, me soltó y tomó mi cara con ambas manos—. Todavía no pasa, ¿cierto? —está hablando de mi dolor.

Negué, a lo que me dio un beso en la frente.

—¿Tú cómo te enteraste? —le preguntó Bianca, mientras yo volvía a lo que estaba haciendo; servir bebidas.

—Me da gusto verte, gracias —dijo con ironía y tomó asiento cerca de la mesa—. Y nadie me dijo, me acordé mientras peinaba a una clienta, por la fotografía que me enviaste —se dirigió a mí—. Te dije que sentía que había visto su cara en algún lado. Pues Hanna, una de las chicas en mi escuela de cosmetología, es su maquillista personal.

«Tiene maquillista personal», pensé y me reí para mí. Cada que siento que empieza a mejorar, se pone peor.

Por otro lado, Bianca lo supo porque su madre reconoció a Jane al instante en que la vio, en la exposición, y le preguntó a su hija cómo hicimos para que la señora De'Ath fuera al evento.

Siento que fui la última en enterarse.

Además, hace días se lo contamos a Enzo, quien de por sí detestaba a Jane, así que más que el hecho de quién sea ella, le enfureció el que nos viera la cara, a todos.

No quise explicar nada en voz de Jane, porque no tengo energías y no tiene caso. Nada va a cambiar que fui su amante y quisiera olvidar solo esa parte.

Enzo volvió con dos cajas de pizza.

Hoy teníamos planeado pasar el rato con Pauline, para recibirlo de su viaje, de hecho, se va a quedar aquí. Mi madre está con su novio y en una semana van a casarse en una improvisada boda, entonces no prestó mucha atención a cuando le pregunté si Pauline podía quedarse aquí.

Me hace muy bien tener a Pauline aquí, en cambio, con respecto a Bianca y Enzo, más bien los llamé para que vieran con sus propios ojos que me encontraba bien y ya no llenaran mi buzón de mensajería o vinieran cada tanto.

—Ey —Enzo saludó a Pauline, quien lo miró de arriba hacia abajo.

—¿Qué tal? —musitó el otro, con desconfianza.

—¿Sabes algo más, sobre Jane? —me volví a Pauline y todos guardaron silencio.

—... —el chico apretó los labios—. No creo que...

—Te pido que me digas lo que sabes. Por favor.

Expresó tristeza.

En el comedor, pellizcando una de las pizzas, accedió a hablar y yo no era la única prestándole atención, pero sí a la que más le importaba.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now