Capítulo 25

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Estoy haciendo todo lo posible por respirar y que mi cara no se caliente o enrojezca. Dios, por lo menos que ella no se dé cuenta de que estoy incinerándome.

Quiero preguntarle qué intenta, pero las palabras no me salen. Estoy jodidamente aterrorizada de tenerla tan cerca y al mismo tiempo me emociona.

No fui capaz de sostenerle la mirada más que un par de segundos. Estoy enrojeciendo, lo sé.

—¿Por qué te escondes cuando me ves? —preguntó de la nada, sin expresión alguna. «¡No puede ser, se dio cuenta!», gritó mi cabeza. Por supuesto que se dio cuenta y parece que está molesta.

Quiero saber qué es lo que la hizo enojar, ¿que la evitara?, ¿que no le hable?, ¿que actúe como si me hubiera hecho algo?

—¿Esconderme? No, para nada, ¿qué te hace pensar eso? —intenté no sonar nerviosa, algo que canalicé recogiéndome el cabello detrás de las orejas. Observó el resto de la ventana y me vi obligada a hacerlo yo también. «Ah, claro, la cortina. Me encontró escondida detrás de la cortina». Sonreí—. Aquí hay mejor señal —expliqué.

—Claro... —Tuve una sensación de tristeza en el momento en que retiró la mano del vidrio. «Agarra valor; te le paras enfrente, le dices que te gusta y la besas», recordé las palabras de Pauline mientras la veía ir a tomar asiento en el brazo del sofá. «... la besas». Encaminé hacia ella, al mismo tiempo que levantaba la cabeza hacia mí—. Escucha, niña, si no me toleras, simplemente no vengas aquí...

Me acerqué besarla. Por un pequeño instante puse mis labios sobre los suyos, ignorando por completo el miedo que tenía de que me apartara, se asustara, se enojara o me asesinara.

No dijo nada, no reaccionó siquiera, cuando yo estaba muriéndome de vergüenza.

Escuché la voz de Flor, pero no podía atender ninguna de sus palabras. La cabeza me daba vueltas, creo que estoy por desmayarme.

Solo me quedé de pie, con la mirada perdida en el sofá y con lo de recién detenido en mi mente.

—¿No deberías estar durmiendo? —le preguntó Jane en completa serenidad. ¿Cómo puede estar tan tranquila? ¿Acaso no se dio cuenta de que la besé?

Creo que la mujer dijo algo más y tampoco eso lo entendí, solo oía su voz.

—¿Lía? —atendí en cuanto Flor se dirigió a mí.

—... Vendré mañana —dije sin mirar a nadie y me retiré.

Enseguida de haber salido, eché a correr a mi casa, donde entré, cerré, corrí a mi habitación, levanté las mantas y me tumbé debajo, cubriéndome con los edredones y hecha bolita.

¡No puede ser!

Me quedé horas así. No atendí las llamadas a mi teléfono, ni siquiera lo vi, solo lo dejé sonar.

El estómago me vibra y no se detiene. Ha sido la mejor experiencia de toda mi vida en ese sentido, pero sé que se va a venir abajo en cuanto vuelva a hablar con Jane.

Me ha de estar odiando en estos momentos. ¿Y si me ve como una acosadora? No voy a poder soportarlo.

...

Escuché que abrían la puerta principal, ingresaban directo hasta mi habitación y sentí la presencia de Bianca a pesar de no haberla visto.

—¿Ahora qué pasó? —preguntó. Supongo que era ella la que estuvo marcándome por teléfono y vino al pensar que algo había sucedido—. Lía —insistió—. ¡Lía! —me dio una patada en el trasero, con el pie.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now