Capítulo 3

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Por la mañana, mientras me daba un baño, Bianca llegó, entró por su cuenta y subió hasta mi habitación, incluso me asustó verla en cuanto entré a cambiarme.

Está acostada en mi cama, leyendo una de las revistas viejas que colecciona mamá.

—Sabes que es tu casa, pero no me asustes así —dije yendo a buscar ropa interior en el ropero.

—Pasé por la casa del profesor, ya regresó —pasó de largo mi comentario.

—Sí, ayer fui a verlos —me puse las bragas.

Bianca y yo fuimos alumnas de las primeras clases que Colec impartió por su cuenta, en el estudio de su casa. Teníamos como 10 años en aquel tiempo, ahí nos conocimos y, desde entonces, Bianca es la única amiga sincera que tengo, ella no me abandonó como el resto.

—¿Por eso Enzo estaba desesperado buscándote? —cuestionó con desdén.

—¿Te llamó?

—Fue a mi casa —repuso—. ¿Era así de controlador cuando empezaron a salir?

—No es controlador —lo defendí—, es algo inseguro.

—¿Le da miedo que lo engañes o lo dejes y por eso quiere ponerte una correa? Eso suena muy romántico —se burló.

Está bien, Enzo es un tanto celoso y a veces le molesta que no le diga dónde estoy o qué estoy haciendo, pero no es por controlarme ni nada parecido, él ha estado en todos los incidentes que he tenido y siempre está ahí para defenderme.

—Solo le preocupa que me hagan daño.

—... —me miró—. Aprende a defenderte sola, Lía.

Contemplé la ventana, pensando en lo que acaba de decirme, hasta que el frío me hizo temblar.

—Déjame vestir —le pedí.

Bajó de la cama y salió, llevándose la revista.

Me arreglé y pensé en ir a casa de Flor, para platicar sobre lo que hicieron en América, cómo les fue con la pastelería y por qué regresaron o por cuánto tiempo, pero no sé si a Jane le alegre verme, lo cual no creo, es más, quizá le fastidie.

Mejor no voy.

Fue mejor utilizar el día en ir a terminar de arreglar mi baja de la universidad, para que me devuelvan los documentos que entregué y pueda inscribirme a un par de cursos que ofrece la ciudad y a los que Colec me recomendó.

Volví a casa y apenas eran las 2 de la tarde, aún tengo el resto del día.

No estaba de humor para pintar, así que me tomé media hora dedicada a buscar mi computadora en mi habitación para realizar una videollamada.

Pauline siempre contesta, no importa lo que esté haciendo o dónde esté, y hoy no fue la excepción. Dejé el aparato llamando, sobre la cama, y me dispuse a asear mi pieza. Hay ropa regada por todos lados, mantas medio dobladas, papeles tirados y cosas que ni siquiera son mías.

Recogí el cuaderno en el que realizo los bocetos, lo abrí en una hoja en blanco y por un instante llegaron a mi mente los ojos de Jane. No me gusta mucho dibujar, pero, si no lo hago, no la voy a sacar de mi cabeza.

Tal vez podría...

¡Yo aquí bien y, ¿tú allá?! —la repentina voz de Pauline me asustó.

Dejé el cuaderno a un lado y de un brinco me tendí sobre la cama, boca abajo y recargada en mis codos.

—¿Cómo estás? —lo saludé con una enorme sonrisa. Aun si nos vemos por lo menos una vez a la semana, aunque sea por este medio, es mi mejor amigo.

Trabajando, linda —respondió. Veo que está en la estética, haciendo manicura.

Pauline vive en Madrid, lo conocí en la misma universidad que abandoné, él solo venía de intercambio por un semestre, así que regresó hace ya un año y, desde entonces, nos vemos muy seguido. Es mi confidente, le cuento cosas que ni a Bianca o Enzo, pero más bien somos un sitio seguro para el otro, porque tampoco es que seamos tan fraternales.

—¿Cuándo piensas venir?

Por ahora no tengo planes. Pero dime, ¿ya terminaste con Enzo?

—No... —giré para acostarme boca arriba, subí los pies a la cama y puse las manos en mi estómago—. No quiero hablar de él. Mejor dime, ¿cómo va tu vida de pareja?

Cuando volvió a Madrid, supe que empezó a vivir con un chico que conoció por internet, llevaban años en contacto, se vieron un par de veces y así de la nada quisieron vivir juntos.

Estoy pensando en decirle que se vaya de la casa —confesó.

—¿Por qué? —pregunté al mismo tiempo que volvía a la posición anterior.

No me ayuda en nada, perdió su trabajo hace meses y no ha buscado otro, yo estoy llevando todos los gastos y tampoco es como que me pague con mañaneros.

Me reí.

—Te veías muy enamorado.

No basta, linda. Cuando creces, solo quieres a alguien que sea suficiente, ya si hay amor, es un bounus.

—Mmm... —suspiré—. Yo todavía quiero enamorarme.

Y lo vas a hacer. Nada más abre los ojos. ¡Pero te aseguro que no es Enzo! —se alteró por un momento.

—Créeme, sé que no es él.

No te apresures, todavía tienes muchas cosas que hacer. El día que llegue alguien a tu vida, no lo dejes ir. Por lo menos no te pierdas la experiencia.

—Está bien —me mordí el labio inferior.

Te dejo, ya llegó mi jefe.

—Claro. Me cuentas cómo va todo —dije antes de que cortáramos la llamada.

Cerré la computadora y me quedé pensando un momento en el consejo de Pauline. Yo sé muy bien hacer eso; no dejar ir ninguna oportunidad.



Nota de la autora ☄️:

Pauline fue el culpable de todo 🖤🌹.

Y Jane sí lo conoció jajajaja.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now