Capítulo 26

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Volteé mi casa de cabeza buscando el mentado libro, La tregua, de Mario Benedetti. Lo leí en un tiempo de aburrimiento por recomendación de la profesora Rosario, de hecho, ella me lo regaló.

En su momento me gustó mucho, solo que no lo había entendido hasta hoy. Es claro que Jane tiene muchos problemas y nada más quiero que los olvide por un momento, porque tampoco puedo solucionarlos por ella, por más que así lo quiera.

Esa chica me despierta la sensación de querer protegerla de todo y de todos, algo que sé que no me va a permitir. Parece estar acostumbrada a hacerlo sola, idea que Colec me metió en la cabeza cuando me dijo que Jane se lo guarda todo.

—¿Por qué no lo pides en la biblioteca? —preguntó Enzo, como siempre, sentado en mi cama.

A los diez minutos de haber llegado a mi casa, Enzo se apareció y lo dejé entrar, pues me siento más cómoda con él ahora que volvimos a ser amigos, como antes.

—Porque sé que lo tengo —seguí buscando.

—... ¿Sigues molesta conmigo?

Dejé de buscar y lo miré.

—Tú dime —repuse. Insisto, como amigo, lo valoro y lo aprecio mucho, sigo queriéndolo y haría lo que fuera por él, pero sí, sigo molesta por haberse metido con Jane.

—¿Si me disculpo? —sugirió.

—¿Con Jane?

—No, con Bianca —se burló.

—¿Sería una disculpa sincera? —pregunté seriamente. Enzo se encogió de hombros—. Solo hazlo si en serio lo sientes.

—Lo que no quiero es que sigas molesta conmigo. Esa niña sigue sin agradarme y todavía pienso que no es buena compañía para ti, aun así, estoy dispuesto a hacer las paces y no volver a hablarte de ella si tú nunca me la vuelves a mencionar.

—... —me crucé de brazos y me tomé un momento para considerarlo—. Supongo que es mejor que nada.

No encontré el libro, de modo que pensé que lo mejor era pedirlo en la biblioteca, aunque igual y en realidad a Jane no le interesa.

En fin, luego de que Enzo se fue, no me importó que ya fuera de madrugada, regresé a casa de Flor. Tengo las palabras en la punta de la lengua y quiero hablar con Jane, así tenga que obligarla.

Entré decidida.

—Buenas noches —me detuve al escuchar la voz de Flor. Entré a la cocina, donde está la mujer, preparándose un té.

—... Hola —saludé. Ya me acobardé.

—¿Vas a dormir aquí?

—¿Puedo?

—Claro, pero creo que Jane ya está dormida.

—No importa, ya veré que hacer... —divagué.

—¿Qué tienes? —cuestionó al tomar asiento. Lo pensé y fui a sentarme enfrente, a lo que sirvió una taza de té para mí—. ¿Sigues peleando con Jane o qué pasó?

—No..., ella... Ya nos arreglamos —bebí un sorbo—. Es que... le dije que me gusta —la miré. Flor se atragantó al escucharme, empezó a toser y me levanté a alcanzarle una servilleta, con la que se limpió la boca.

—No creí que le fueras a decir —apuntó ya recuperada. No necesito preguntar, Flor me conoce como la palma de su mano y solo era cuestión de tiempo a que se diera cuenta de las intenciones que tengo con Jane.

—Ya no podía guardármelo. No sé cuánto tiempo va a estar aquí y no quiero perder la oportunidad.

—¿Ella no te dijo...? —se interrumpió sola.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora