Capítulo 49

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No sabía que habían pasado siete días hasta que mamá me lo dijo al venir a llamar a mi puerta por milésima vez. Detesto aceptar que cada vez que tocaban la puerta esperaba escuchar la voz de Jane.

Tomé mi computadora, la puse en mis piernas y la abrí, para buscar más sobre esa familia.

Me encontré con cientos de notas sobre ellos. Son la familia más poderosa, su fortuna es invaluable y no hay garantía de que el suelo que esté pisando no les pertenezca a ellos.

Fuera de todos los que alababan que, por esa familia, la economía latina se mantiene a flote, Bárbara Santander, una periodista, ha hecho muchas notas, artículos y columnas sobre Jane, en todas hablando mal de ella, señalándola de nunca haber sido apta para casarse con Alexey y de no poder con lo que implica ser la señora De'Ath, prueba de ello, fue su repentina desaparición y paradero desconocido.

Cerré la computadora y lo consideré.

La verdad es que no sé si puedo perdonarla, pero no puedo con el hecho de que la vida la haya tratado tan mal y hasta el día de hoy siga sufriendo.

Salí de mi habitación, me di un baño y salí de la casa.

No quiero verla, solo que ella necesita a alguien y eso es más fuerte que yo.

No tuve el valor de entrar, ni llamar a la puerta, así que me quedé afuera, esperando el coraje necesario y a lo lejos vi a Jane y Bianca caminando hacia aquí, la segunda fue la primera que me vio.

Se detuvieron y Bianca le dijo algo, con gesto amenazante, luego se fue.

Jane la siguió con la mirada mientras la otra se iba y, al girarse, me vio. Siguió caminando hasta la vivienda.

—¿De qué estabas hablando con Bianca? —cuestioné.

—De ti —respondió sin más, como si nada.

—¿Qué le dijiste?

—Nada —repuso—, ella habló y yo la escuché.

—... —tomé aire—. ¿Puedo pasar y hablamos?

No respondió, solo abrió la puerta y me cedió el paso.

Pasamos de largo por la cocina, donde estaban Colec y Flor. Tengo que hablar también con ellos, pero solo puedo uno por vez.

Subimos al ático y por mí misma me di el permiso de entrar y sentarme en la cama. Estoy muy nerviosa y ella no me ayuda en nada quedándose de pie en la puerta.

—No voy a decir nada si estás ahí parada —advertí, por lo que se separó de la puerta y se sentó en el brazo del sofá—... ¿Es cierto lo que me dijiste? —pregunté.

—Cada palabra —dijo convencida.

—... El asunto de... de tu esposo, es reciente. Vi muchas cosas en internet. Según sé, te casaste hace poco más de un año. Y, por lo que me dijiste..., ¿tan dura ha sido la vida contigo? —la miré.

—Lo dije para que me entendieras un poco, pero no importa, no hay nada que pueda hacer al respecto.

Sentí que mi corazón se rompía otra vez. No quiero ver esa expresión en su cara ni escucharla decirme que acepta que está sola en el mundo y el daño es irreparable.

—Dime una cosa y dime la verdad... —le pedí—: soy tu amante, ¿cierto?

—En el mejor sentido en el que lo puedas ver —repuso—. No tengo un matrimonio estable con Alexey y, al casarnos, él me dijo que era libre de hacer lo que quisiera. No me estoy justificando, sino explicándote que tanto él como yo estamos ahí por obligación.

—Y, ¿qué hiciste?, para que se enojara tanto.

Estoy casi segura de que él fue lo que más la impulsó a venir aquí y por lo que más le asusta regresar.

—Me metí con su familia —dijo mirando sus manos—, hablé con personas que no debía y empezó a tener problemas que llevaba toda una vida escondiendo. Cuando se enteró... —se perdió en sus pensamientos por un momento y luego sacudió la cabeza—, Colec me convenció de venir aquí.

—¿Qué te hizo?

Miró su muñeca por un instante. Fue él, él se la rompió. Es un maldito monstruo, ¿cómo pudo...?

—Preferiría no hablar de eso.

—Lo mataría si te tocó.

—Tampoco soy inocente —señaló restándole importancia—, lo traicioné y pagué las consecuencias.

Me fastidia que lo diga como si eso fuera normal, como si el tenerle miedo, que él la hubiera lastimado y ella haya escapado de él hasta Verona, fuera lo común en una relación. Ni hablar del hecho de que no se conocían al casarse y ella era una opción de entre muchas otras, de entre sus propias hermanas.

—Pero aun así vas a volver.

Se incorporó y caminó de lado a lado.

—Tengo qué —dijo e hice esfuerzos por mantenerme en calma—. No nada más es él, hay un sinfín de inconvenientes que provoqué y tengo que arreglar. Además, yo no puedo darle la espalda a todas las personas que involucré. Colec y Fiorella me trajeron aquí, ¿tienes idea de lo que les va a hacer? Yo no fui la que incitó todos los problemas que hay, pero sí los agravié y no me puedo quedar aquí, porque cada segundo que pasa se pone peor.

Jane sabe de lo que Alexey sería capaz y le aterra. No puedo con que vuelva a tocarla, ya sufrió demasiado...

Me limpié las lágrimas, me puse de pie y la miré.

—Jane, tú puedes... hacer lo que quieras; quédate aquí, vuelve a América, vete a cualquier otro lado. Si la vida te debe tanto, entonces tú no le debes nada a nadie.

Jamás aceptaría la idea de que ella merece todo por lo que ha pasado, nadie, pero ella menos.

La abracé y me rodeó con gentileza.

¿Por qué no puedo solo alejarme? Es claro que nunca me quiso cerca, incluso puede que me haya llegado a odiar y, aun así, insistí y ahora sé que no puedo dejarla ir. 

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now