Capítulo 69

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Me levanté del sofá, con cuidado y, brincando, fui a sentarme en el comedor, para ayudarle a Derek con la cena.

Puso los ojos en blanco cuando me vio lejos del sofá, donde me dijo que me quedara.

—Eres necia —insinuó al darme un plato y una tabla para picar.

—Mucho —contesté.

—Lía, no te tienes que quedar aquí —dijo al darme unas cuantas verduras. Creo que se refiere a que pasado mañana es 24 de diciembre y haremos una cenone, como el año pasado. Y, la verdad, es que no quería dejarlo solo.

—... ¿Qué harás?

—Pues... —desvió la vista—, quedarme aquí.

Lo pensé.

—Puedo quedarme...

—Lía, ve a pasarlo con tu familia —insistió amablemente.

—Te llevaría conmigo, pero no vas a querer.

Sonriendo, negó.

—Voy a estar bien. Iré a ver a un amigo de mi papá.

—... —bajé las cejas—. ¿Seguro?

—Muy seguro.

—Bien... —dije aun si no estaba convencida.

Al día siguiente, Iris me llamó para preguntar cómo me sentía, le dije que muy bien y no mentía, pero ella estaba en el hospital y no podía salir, entonces me aseguró que estaba bien que fuera allí.

Finalmente me sentí engañada porque, para lo que me quería ahí, era para sacarme una radiografía del pie.

—Pues no hay fractura —anunció al volver, con mi placa.

Yo estaba sentada en la camilla, cruzada de brazos.

—... —miré hacia la ventana.

—¿Qué?, ¿estás enojada? —se burló.

—No tenías que traerme con engaños —hablé.

—No habrías venido.

—Pues... —la miré un segundo y luego volví a la ventana.

No me moví, ni siquiera cuando se acercó y recargó las manos a mis costados.

Inhalé hondo al sentir su respiración en mi cuello, entrando por mi blusa.

Cerré los ojos en el segundo en que besó mi mandíbula. Al separarse, giré hacia ella y la besé.

Cuando me tomó de la cintura, abrí las piernas para que se acercara y la abracé.

Bajé mis manos para tocar su cintura y creo que me fui muy abajo porque ahí se apartó.

—Mi lugar de trabajo es sagrado —dijo.

—Ay, qué pesada —me recargué en el muro.

En el momento en que hizo ademán de alejarse, crucé los pies en su espalda, atrapándola con mis piernas.

Me miró, previo a sujetar mis muslos y acercarme a ella.

Me dio un único beso y finalmente se libró de mí.

Rendida, cerré las piernas.

—Es tu culpa por traerme aquí, llevar esa bata puesta y ser tan mona —le aseguré.

Tomó asiento en su silla. Todavía me miraba, además, sonrió y tenía las piernas mínimamente abiertas.

¡Sí, de eso hablo!

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now