Capítulo 41

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Llegué y me encontré con mi amiga en la entrada, con Chu en brazos. Seguramente viene de por ahí, me refiero a la gata.

Saqué mis llaves para abrir.

—¿Dónde la encontraste? —pregunté al aventar la reja para dejarla entrar primero.

—Saliendo del edificio a dos cuadras.

—Así que ahí es a donde vas a comer —le acaricié la cabeza al felino.

Entramos y Bianca la depositó en el suelo, a lo que echó a correr hacia arriba, a la habitación del balcón, donde tiene su cama y, de hecho, esa pieza es casi suya.

No tuve que preguntar; agarré dos cucharas, le di una a Bianca, luego tomamos asiento en la sala, ella en la alfombra y yo en el sofá, detrás de ella, para trenzarle el cabello. Me gusta mucho hacer eso y ella es la única que me deja hacerlo.

—¿Cómo está Fiorella? —preguntó.

—Bien —dije con la cuchara en la boca. Me saqué el cubierto y se lo di—. Tan bien como puede —corregí.

—¿Vas a seguir cuidándola? —me devolvió el utensilio con un poco de helado.

—No creo —comí el helado—, se fastidia y tiene a Colec y a Jane, así que voy a terminar de hacer limpieza.

—¿Tu madre te dijo cuándo va a regresar?

—... No, pero tal vez venga de pronto para ver cómo va la casa. Dijo que, si no podía hacer limpieza, que llamara un servicio, como si no hubiera hecho nada en todo este tiempo —me quejé.

—Nada más dile que sí —divagó—. Por cierto, ¿tienes carbón?

—Creo que me queda un poco —me levanté para bajar del sofá y le hice señas a Bianca de que fuera conmigo.

Se quedó en el pasillo, viendo los cuadros que voy a colocar, mientras yo iba a mi habitación a buscar la caja de carbón que sabía que tenía por ahí.

La encontré, pero los pedazos son muy pequeños.

—¿Te sirven? —pregunté ofreciéndole la caja. No respondió, solo tomó la caja sin mirarme, pues estaba observando el muro.

—¿Cómo subió tu gata hasta ahí? —cuestionó con la vista fija en un sitio. Busqué lo que ella veía y vi que el tapiz estaba arañado.

Fruncí el ceño.

—No sé... —susurré.

En cuanto Bianca colocó su mano en esa marca, recordé que fue justo en este espacio donde Jane y yo no estábamos besando.

Haciendo memoria, una de sus manos me apretaba la cintura y, en cuanto a la otra, desconozco su ubicación.

¿Ella arañó el muro?

Luego de que mi amiga se fuera, volví al pasillo, subí a la mesa y me pasé horas contemplando el zarpazo y pensando.

¿Por qué lo hizo? ¿Qué clase de esfuerzos estaba haciendo?

A mi mente llegaron varios recuerdos como flashbacks: el «Me gustas», «Estoy tratando de dejar de pensar en todo lo que quiero hacerte», «No estamos pensando en lo mismo» y el «No te acerques a mí así» de Jane, además del «A alguien como ella, la tienes que llevar al límite, solo así va a reaccionar» de Pauline y... en cada beso que ella y yo hemos compartido.

«No juegues con los impulsos de nadie», aun si Jane no estaba hablando de los suyos, ella también los tiene.

Puede que haya estado intentando no perder el control porque sí está pensando en que tengamos sexo en algún momento, ¿no es así? O quizá está convencida de que no lo haremos nunca y por eso reaccionó como lo hizo cuando Colec y Flor le preguntaron si tenía protección.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now