Capítulo 19

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Bianca me habló para preguntarme por qué no fui a casa de Colec, a lo que le dije que mi madre había vuelto y tenía que hacer quehaceres, entonces vino a ayudarme, de paso le pedí que le avisara a Colec, por si es que preguntaban por mí.

Entramos luego de haber esperado el camión de la basura, para asegurarnos de que no olvidara nada, ya que también tiré algunas cosas que parecían nuevas, solo que no servían, como un horno de microondas que nunca se utilizó y se echó a perder.

—¿Está aquí? —preguntó Bianca al ingresar, refiriéndose a mi madre.

—No, fue a pagar la cuenta del teléfono —empecé a recoger los restos del desayuno—. Quiere que busque un trabajo o haga algo con mi vida.

—¿Le dijiste de la exposición del museo?

—Dice que es mucho tiempo desperdiciado.

—¿Y las clases de Colec? —Empezó a ayudarme barriendo.

—«No es un trabajo, si no hay paga» —repetí lo mismo que mamá, haciendo muecas.

—¿Y en qué piensas trabajar? No sabes hacer nada —apuntó sin consideración. Aunque me ofendí, tiene razón, no sé hacer nada, más que pintar, algo que no me sirve por ahora.

Recargué la frente en la mesa.

—¿Qué hago? —me quejé.

—Busca a la profesora Rosario, a ver si tiene algo para ti —aconsejó. Levanté la cabeza al instante.

Esa profesora me ama. La tuve en la universidad, un tiempo, y le caía muy bien y ella a mí, de hecho, ella fue la que me dijo sobre la exposición libre del museo, a la que le pedí a Colec que me recomendara

Avanzamos bastante con la limpieza, aunque todavía falta abrir todas las cosas empaquetadas, a ver si aún sirven.

Por la noche, cené con Bianca y mi mamá, en perfecto silencio. La verdad, mi amiga no quería quedarse, en cambio, la necesitaba aquí para no estar sola cuando le diera una de las varias noticias que le tengo a mi madre.

—... —bebí un sorbo de agua antes de empezar a hablar—. Mamá —llamé su atención. Si bien no le agrada Bianca, ni nadie, por lo menos no se lo dice y tampoco se mete con ella, solo se mantiene en silencio—. Hace unos días... —tragué saliva, mirando a mi plato—, terminé con Enzo.

No dijo nada, por lo que la miré con miedo, aun si no quería hacerlo, al igual que Bianca.

—¿Se pelearon? —preguntó.

—No, estamos bien, pero... no estaba funcionando.

—Lo van a arreglar —dijo convencida antes de llevar la copa de vino a su boca.

—No, mamá, ya terminamos, definitivamente.

—Lía, no vas a tirar a la basura tres años de relación. Van a volver —insistió, lo que empezó a frustrarme.

—Es que no quiero volver con él...

—Es un buen muchacho —interrumpió—, tengo muchos planes para ustedes y no los voy a desbaratar por un berrinche tuyo.

—No es un berrinche —sentí que iba a llorar—. Quiero mucho a Enzo, pero él no me interesa, no lo amo.

—No eres una niña para pensar en cosas como esa —enserió—. Cuando te des cuenta de que esas son tonterías, vas a querer a alguien como él, autosuficiente, con buen futuro, apellido... Te estoy ahorrando todo eso buscándolo por ti.

—¿Cuándo...? —se me fue la voz mirando todavía a mi plato—. ¿Cuándo fue la última vez que me preguntaste cómo estaba yo? —la miré ya con las lágrimas encima. Ya no me importa—. Tú no sabes lo que quiero. Piensas que pintar es un pasatiempo y nunca has visto ninguna de mis pinturas, no digo que sean tan buenas, pero tampoco son un desperdicio. Mamá, no me conoces, vienes cada medio año, te quedas unas semanas y luego te vuelves a ir, segura de que todo lo que necesito es dinero y esta casa... —me limpié las lágrimas.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now