Capítulo 28

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Entré, cerré con fuerza y me dispuse a buscarla. Está en la cocina, a donde me dirigí e ingresé muy molesta.

—¡¿Cómo se te ocurre dejarme sola?! —le reclamé. Me acobardó ver que no le generó ninguna reacción, pues tenía un cuenco de uvas en las manos y solo metió una a su boca, como si nada.

—Colec está durmiendo, no grites ni azotes la puerta —dijo.

Nada, ni una mueca, susto, otro tono de voz. ¡Nada!

—¿Por qué me abandonaste? Creí que habíamos salido juntas —alterarme no funciona con ella, así que volví a lo mismo de siempre; cordial y gentil.

—¿Quién te dijo eso? —preguntó y sentí otra vez que me había dado una bofetada. Era evidente que salimos juntas y que juntas debimos haber vuelto, ¿tan poco le importa?

—Se sobrentiende —repuse y suspiré—. Si te confesé que me gustas, ¿no crees que si salimos o te busco es porque quiero pasar tiempo contigo?

Necesito que el ratón de esta niña empiece a girar.

—Sería más fácil que me lo dijeras.

Me tranquilicé al instante. Está diciendo que en serio no entiende las indirectas y carece de la habilidad de ponerse en el lugar de otro.

Me sentí mal de entonces haber estado exigiéndole demasiado. Tal vez debí haberla considerado y dejar de lado mis propias exigencias.

Se aproximó a depositar una caja de té en el mueble a mi lado.

—No, no sería más fácil. No puedo llegar y decirte que quiero estar cerca porque siento que me vas a echar repelente.

Se detuvo un momento.

—Fiorella y Colec no tienen repe...

—¡No estoy hablando en serio...! —Para hacerme callar, colocó una mano sobre mi boca y se aproximó. La miré a los ojos, asustada, entonces retiró su mano.

—Lo lamento —se alejó. No estoy segura de por qué se disculpa—. Lo que sea que quieras de mí me lo tienes que decir, no voy a adivinarlo yo sola.

Me siento mucho peor que hasta hace unos segundos. Tal parece que sí ha estado poniendo de su parte y, que yo no lo haya visto, no significa que no estuviera esforzándose. Es que yo quiero demasiado de ella, considerando lo poco que da.

—¿Y si lo que te pido no te gusta? —pregunté.

Quiero besarla, quiero ir a una cita, tomarla de la mano, que me cuente algo y que, por una vez, me sonría.

—Hago muchas cosas que no me gustan —respondió divagando.

¿A qué se refiere? ¿A mí? ¿Nunca quiso tenerme cerca para empezar? Si es así, pensé que por lo menos ya habría cambiado esa impresión en ella.

Flor se apareció, ingresando en silencio. Me saludó con un gesto y, al tocar mi cabeza, le sonreí antes de irme.

Tenía que dejar en paz a Jane, por hoy.

...

Comencé a hacer quehaceres en mi casa, lavar ropa, sobre todo. Hubo un tiempo en que nada más compraba ropa nueva cada que se ensuciaba, hasta que mamá me puso un límite en la tarjeta sin avisar y me quedé un mes entero sin luz.

Le hablé por videollamada a Pauline y comí mientras vigilaba la lavadora y conversaba con él.

—Fui a la boutique de Silvana —le conté.

Ah... —veo que está en la estética, haciendo limpieza también—. ¿Preguntó por mí?

—No. ¿Ya le dijiste que tienes una pareja y vives con él?

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora