Capítulo 38

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A la mañana siguiente, salí temprano a comprar una bolsa de croissants y pretendía quedarme a desayunar en casa de Flor, pero Bianca me envió un mensaje diciéndome que iba para mi casa, así que solo pasé a dejar los panes con Colec y volví, con un par para Bianca y para mí.

—Hasta que te encuentro —apuntó al verme.

—No he ido a ningún lado —repuse abriendo la puerta y la dejé pasar primero.

Entramos hasta la cocina y dejé los panes en la mesa, mientras Bianca se acomedía a ayudarme a preparar el desayuno, por lo menos darme una mano con el café.

—¿Vamos a la feria? —preguntó al colocar dos tazas en la mesa.

—... —fui a buscar crema batida y fresas—. Ya fui, no hay nada diferente.

Solíamos ir cada año a todas las ferias y fiestas de Verona y en algún momento comenzó a ser solo por costumbre, porque no es como que haya novedades, siempre es lo mismo.

—¿Con la americana? —preguntó y la volteé a ver con cierta molestia, a lo que puso los ojos en blanco—. ¿Con Jane? —corrigió con condescendencia.

—... Sí —creo que me ruboricé.

—¿En qué plan? —sirvió la misma cantidad de leche en ambas tazas, además de café y yo corté los panes por la mitad y rodajas de fresas.

—Una cita.

—¿Y ella sabía que era una cita? —se burló.

—Sí... Bueno, al principio no, pero luego, sí —Empecé a pensar otra vez en ello, en todo lo que salió bien—. No es que sea antipática o no le importe, sino que no entiende las indirectas y no sabe leer entre líneas —le coloqué crema a los panes y les puse fresas—. No tiene inteligencia callejera, ¿me entiendes?

—Claro, claro —bebió de su café—, como los psicópatas.

—¡No es una psicópata! —me alteré. No quiero que siga pensando en ella como alguien peligrosa, solo es su forma de ser y debe ser el resultado de cómo la ha tratado la vida. Le acerqué uno de los panes en un plato—. ¿Cómo crees que se vea una persona de la que... abusaron?

—¿En qué sentido? —preguntó antes de morder un pedazo de pan.

—Física. Una violación.

Tomé la segunda taza y bebí un sorbo.

—... —lo pensó—. No sé. Que yo sepa, no conozco a nadie que haya pasado por eso.

—Pero, ¿cómo crees que sea?

—Quizá... —miró a la nada—, retraído, callado, miedoso con la gente y los espacios pequeños y oscuros —volvió su atención a mí—, pero debe ser diferente para cualquiera. Eso es lo que yo me imagino. ¿A qué viene tu pregunta?

—A nada en especial —mordí un trozo de pan—, hablé con Flor de eso y me quedé con la duda.

—... —desvió su atención hacia la sala—. Ya armaste ese mueble —señaló. Giré la cabeza.

—Sí —me volví a Bianca—, Jane me ayudó.

—... ¿Ella estuvo aquí? —Asentí—. ¿Estuvieron las dos solas?

—¿Qué tiene? —pregunté con inocencia.

—¿Y qué si tu mamá hubiera llegado?

—... —me perdí en mis pensamientos por un momento—. Cierto, tengo que terminar de alistar la casa. Probablemente, llegue con su novio y la hija —dije como si nada, lo que hizo enojar a Bianca.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon