Capítulo 7

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Al día siguiente, salí de mi casa a las 2:30 de la tarde. Afuera se encontraban Enzo y Bianca, a quienes cité esta mañana.

—Gracias por estar aquí hoy —les dije como si de una reunión se tratara.

—No es nada, pero... —Bianca me volteó a ver—, ¿por qué?

Les dije que vinieran, mas no para qué. Solo espero que no se vayan en cuanto les diga lo que pretendo.

—Necesito un favor —Ambos se miraron entré sí—. Colec y Flor regresaron, ¿recuerdan?

—Sí... —respondió Enzo.

—Bueno, pues no llegaron solos. Trajeron a su sobrina, Jane, y quiero invitarla a comer con nosotros.

—¿Para qué? —preguntó Bianca.

—Vamos —supliqué—. No parece que tenga amigos y quiero que se lleve un bonito recuerdo de Verona, no sé cuánto tiempo va a estar aquí.

—¿Y si no le agradamos, o ella a nosotros? —supuso la chica.

—¿Cuántos años tiene?

—No sé, le pregunté y no me contestó, pero, tendrá como nuestra edad, más o menos —le expliqué a Enzo.

—No creo que sea buena idea...

—¡Por favor! —le rogué a Bianca, con ambas manos juntas—. Y haré lo que sea por ustedes.

—¿Lo que sea? —enserió Enzo. Me sentí en problemas.

—Con... con los dos, ustedes dos..., juntos, los tres —quise asegurar que no voy a estar a solas con Enzo.

—Está bien —Bianca fue la primera en acceder y luego, tras la insistente mirada de mi parte hacia Enzo, él también terminó por asentir.

Nos dirigimos a casa de Flor y toqué, pero nadie me abrió, lo que quiere decir que no están y decreté que los íbamos a esperar.

Me recargué en un poste, retirándome un par de manchas de pintura que tenía en los dedos: Bianca se entretuvo en su teléfono; y Enzo tomó asiento en la banqueta.

—¿De dónde es esta niña? —preguntó el sujeto, mirando hacia el otro lado de la calle.

—América, México —respondí.

—¿Luce como mexicana?

—¿Cómo luce un mexicano? —le repuso Bianca al chico.

—No sé, por eso pregunto —insistió.

—No es morena, como los que salen en la tele, y es muy pálida —expliqué.

—¿Tiene cuerpo latino, ya sabes...? —Bianca se pasó las manos por el busto, haciendo referencia al voluptuoso cuerpo que se les ve a las mujeres latinas en las revistas o en TV.

—No, es bastante delgada.

—¿Solo habla español? —inquirió el otro.

—Creo que sí —miré a lo lejos y vi a Flor caminando junto con Jane, en dirección aquí. Me separé del poste, a lo que Enzo se puso de pie y Bianca guardó el teléfono—. Sean amables —les susurré.

—Buenas tardes, Flor —saludó Bianca, de manera cordial como siempre.

—Hola. ¿Vienen a ver a Colec? —respondió la mujer.

—No, pensamos en invitar a tu sobrina; vamos a ir a comer por ahí —explicó mi amiga. Suena muy amable, nadie le diría que no a esa linda cara y tono amigable.

Pero Jane ni siquiera la está mirando, ni a ella ni nadie.

—Jane..., ellos son Bianca y Enzo, amigos míos —los presenté. Nada, no levanta la cabeza o la mirada. No parece que haya alguien hablando con ella.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now