Capítulo 77

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—¡Lía! —mamá me sacudió el hombro y me quitó la manta—. Levántate.

—... ¿Qué pasó? —me tallé los ojos.

—Encontraron a Jane —respondió buscando en mi ropero y me lanzó ropa.

Terminé de despertar al instante.

Me cambié de ropa en cuestión de un segundo y mamá me acompañó a casa de Flor y Colec, donde estaban ambos saliendo.

—¿Van a México? —pregunté.

—Sí —me respondió una Flor temblorosa e inquieta.

Tragué saliva.

—¿Puedo ir con ustedes? —Ambos me miraron—. Por favor.

No intentaron convencerme de quedarme solo por no perder más tiempo. Me despedí de mamá y subí al taxi con ellos.

Son 12 horas de vuelo.

La ubicación de Jane la tenían, pero no habían ido por ella y Kim todavía. En el avión, en la pantalla estaban trasmitiendo el reportaje.

Trataba de no poner atención a todo eso, a la gente armada, tanto la que iba por ellas como la que los esperaba.

Todo era horrible.

Para cuando llegamos, en todos lados corría la noticia de que traían de regreso a Jane y Kim desde el desierto donde las tenían.

Iris me hizo el favor de venir por nosotros y nos llevó al departamento de Colec y Flor.

Derek no estaba aquí e intentaron comunicarse con alguien, pero la única que les respondió fue Alicia y por ella supieron que todos sus hermanos habían ido por Jane.

Esperamos por horas, el anochecer lo pasamos en silencio, sabiendo que Jane ya estaba aquí, en cambio, no sabíamos nada, si estaba bien o... no.

Fue hasta el día siguiente que por fin Derek volvió.

Colec se puso de pie, viéndolo entrar, igual que Flor. Él ya se había dado cuenta de nosotros, solo que no decía nada.

—... ¿Jane está bien? —murmuró Flor, temblando.

Derek la miró y vi lo mucho que lo intentó, pero no pudo evitar llorar al mismo tiempo que negaba.

—No despierta...

Flor lo abrazó.

Me escondí en Iris para que ninguno me viera llorar a mí, ni Iris.

Cuando pudo, Derek dijo que estaba en aquella Mansión, que ahí la estaban monitoreando.

Según esto, no dejaban entrar a nadie, así que, a pesar de que fueran, ninguno pudo verla. Colec y Derek fueron durante varios días a esa casa, para saber su estado y no, no despertaba.

A Flor y a mí nos explicaron que, en palabras del médico que la estaba atendiendo día y noche, tenía una hemorragia interna causada por un golpe en la espalda y eso detuvo su corazón por un momento, pero que, luego de drenar la sangre, ya no tenía ningún motivo para no despertar.

El jueves, otro día en que no podía dormir, salí a la sala para preparar un café.

—Que sean dos —escuché la voz de Derek.

Está sentado en la sala.

Por haberme quedado aquí, él se tuvo que quedar en el sofá, e igual no parece que siquiera vaya a intentar dormir.

Entró a la cocina y le di una taza de café.

Me quedé a beber el mío con él.

—¿Vas a regresar mañana? —pregunté.

—Sí, pero no creo que pueda verla.

—¿No dejan entrar a nadie?

A pesar de todo, se trata de sus hermanos..., Alexey, y quiero creer que Alicia también está preocupada por ella.

Negó.

—Además del médico, solamente la que hace su aseo.

—¿Te preocupa mucho? —bajé las cejas.

Me miró.

—Es mi hermana —respondió—. No hay nada que no haría por ella.

—... Vi en las noticias que ya todos saben lo de... Andrija...

Se rio un poco, mirando la mesa.

—Eso no me importa. Mi familia son mis hermanos —dijo convencido.

—Derek..., tal vez no sea el momento, pero... tus padres no te abandonaron.

A él lo separaron de su familia, Andrija y Quinn no lo dejaron porque quisieran, a ellos los mataron.

—Sí, pero... —se quedó callado, mirándome. Bajó la mirada y suspiró—. Voy a dormir un poco.

Asentí, tomé la taza y volví a la habitación.

Por la mañana, Iris vino y le agradecí muchísimo que trajera algo para que todos aquí desayunaran.

Sé que Flor no ha comido nada desde hace una semana y estoy segura de que Colec y Derek tampoco.

Estaba sentada en el comedor, a un lado de Iris, comiendo en silencio, igual que Colec y Derek. Flor está dándose una ducha.

—Lía —me habló el chico—, voy a ir a la Mansión —anunció. Asentí sin responder porque eso ya me lo había dicho. Miró a Iris y luego tomó aire—. ¿No quieres ir?

No supe qué decirle.

—... —dirigí mis ojos a Iris, igual que ella a mí—. No...

—Dijiste que no podrías con lo que sea que ella te diga —me recordó—, pero tú sí tienes cosas que decirle.

—Es lo que necesitas —aseguró Colec.

Bajé la mirada.

No había pensado en que, si no puedo escucharla, aunque ella tenga algo que decirme, decirle todo lo que tengo guardado también es útil.

—Nadie puede entrar a verla —repuse.

Iris puso una mano en mi rodilla.

—Puedo hacer que entres —dijo.

Lo pensé mucho.

No es que no quiera, es que no sé si pueda, además, no quiero lastimar a Iris.

Consideré todo, mirándola, y, segura de que ella confiaba en mí, accedí.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now