Capítulo 75

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Iris estacionó en el hospital, apagó el auto y me volteó a ver.

—Intentaré salir temprano —aseguró.

—No es a fuerza —le repetí.

Hoy yo no debería estar aquí, pero vine a traerle más pinturas al coleccionista y, claro, aproveché para verla, solo que, cuando llegué a su casa, ella iba de salida, entonces aquí estamos.

Una ambulancia estacionó a un par de lugares y bajaron a una niña.

Iris salió del auto enseguida, yo también, pero no me acerqué.

—Intoxicación, es todo lo que sabemos —le dijo uno de los paramédicos al darle un estetoscopio.

Iris la revisó.

La niña respira como si agonizara.

—Un miligramo de atropina —indicó Iris.

—... Viene de la familia De'Ath...

—¡No te pregunté familiar de quién es! —ordenó ella.

El paramédico asintió sin decir más.

Mientras la llevaban dentro, Iris regresó.

—Espérame en mi consultorio —dijo y se fue.

Aguardé hasta que terminaron de entrar, para no estorbar en el camino de nadie e ingresé directo al consultorio de Iris.

No me atreví a tocar nada, solo me crucé de brazos y suspiré, pensando en la niña. Son la clase de cosas que Iris ve todos los días.

¡Repórtame entonces! —brinqué del susto cuando escuché su voz al otro lado de la puerta.

Además de eso, entró y azotó la puerta.

La miré anhelando que recordara que ella misma me había dicho que la esperara aquí.

Con una palma en su frente, respiró hasta tranquilizarse.

—El hígado es el que paga por los corajes, te puedes morir por eso —me dijo como si nada.

—... ¿Qué pasó?

Se quitó la gabardina.

—No me dejan inyectarle nada a la niña porque no tenemos permiso de la familia De'Ath —se quejó.

Del casillero sacó su bata.

—Ella...

—Es hermana de Janette —me volteó a ver. Con la bata puesta, se sujetó el cabello.

—¿Qué le pasó?

—No sé, pero tengo que esperar hasta que lleguen para poder hacer algo.

Por lo que entiendo, esa niña necesita atención urgente y todo el hospital tiene las manos atadas por lo que una vez Iris mencionó; la familia De'Ath piensa que están a su servicio.

Ya tranquila y dispuesta a tolerar otro regaño, según ella, volvió a irse.

Seguí esperando, sentada en la silla de Iris, moviéndome de lado a lado y pensando en que, lo que sea, la niña era muy pequeña.

Tiene que estar bien.

Ya había oscurecido y empecé a escuchar muchos autos estacionando afuera.

Me levanté y me acerqué a la ventana.

Este es un tercer piso, así que vi ahí abajo como diez camionetas negras estacionadas, pero encendidas.

De entre las cuatro personas en medio, tres hombres y dos mujeres, reconocí a Alexey.

[4.1] CCC_Sui géneris | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now